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LA ÚLTIMA ESTACIÓN DEL TREN

Tren que vino y se fue muy temprano.


Este vagón del tren vino y se fue muy temprano, es como te considero; por todas las cosas que pude reconocer, aceptar y gozar mientras estuve montado en él, un vagón muy largo con mucha comodidad para hablar y para que nos puedas escuchar, aconsejar y hasta movilizar en muchas ocasiones, tantas vivencias y adrenalina pasamos al conocerte y dejarnos subir, para luego te esfumaras de lo más pronto sin decir adiós…


Te conocimos hace veintiocho años exactamente, nos acogiste a tu amistad, tu cariño y por qué no, a tu amor como el hermano mayor o tal vez el segundo padre para mí y mis hermanos –Edward, gringo--, pero no nos diste la oportunidad de regresar a ti y despedirnos como se debe. Pero hoy te recordamos mi familia, de la manera más educada, atenta y sobre todo respetuosa pero afectuosa por lo que marcaste en el final de mi niñez, una adolescencia y comienzo de la juventud hasta cierto tiempo. Se que no fuiste un modelo a seguir, --pero hoy quien lo es--, sin embargo; te recordamos de la siguiente manera: fuiste tú el que entro en casa, después de conquistar el corazón de una tía, luego empezaba el romance hasta que poco a poco hiciste amistad con mis papás y te fuiste ganándonos de un modo especial; fuiste quien por primera vez en los noventas, nos llevaste a un circo, de mala muerte pero al fin y al cabo un circo que nos hicieron reír, saber que éramos niños y ventilaste ese lado que empezaba a olvidar por qué estaba en la tierra, pero mis hermanos y yo te lo agradecimos eternamente, aquella noche que nos regresaste a casa cuando vivíamos en la casa de lo Peinado, por la línea del tren; luego, fuiste quien nos puso apelativos a los tres por igual, con tus veintiséis años y tu humor sarcástico he hilarante, nos llamaste: Richitus, (a mi), Balán o Malán (a Edward), colorado (a gringo), fuiste quien a nuestra adolescencia en el mismo cambio de etapa, nos hablabas de sexo, nos enseñabas algunas lecciones, nos diste a conocer tu mundo de cierta manera y tu rectitud, como tu música, recuerdo que nos inculcaste muchas bandas musicales que no habíamos oído por esos años y que poco a poco ganamos manía y cultura como: Jamiroquai, Alanis Morissette, Oasis, entre muchos más, que no tendría cuando acabar, fuiste quien inculcó la pelota a mis hermanos, a mi el ser recto y seguro como tu forma madura de tratarme y la responsabilidad de cuidar a tus hijos cuando llegaron a este mundo. Primos que ahora están jóvenes y los dejas con un buen legado, educación y seguridad como personalidad.


Recuerdo que las fiestas incontables, incansables de bailar en el quinto piso del edificio en la victoria, en las famosas polladas donde yo era el cajero, las reuniones con mis tíos y pese a salir perdiendo con tus comentarios u opiniones siempre estabas allí tolerando los gritos y bullicios de una tertulia sana y “discreta” en familia.


Recuerdo una vez más, las imposibles reuniones entre primos, la crianza que diste sin separar la familia de la amistad, eras el que hacías realidad que todos pasáramos paseos familiares, reuniones y pijamadas en casa con mis primas y la alcahuetería de muchas anécdotas que servirían mencionarlas pero que no alcanzaría las hojas de esta memoria.


Me despertaste hoy a las 3 de la madrugada, pensándote, dándote una oración por tu memoria, por tu persona y todo lo que pasamos juntos en parte y mucha de mi niñez, adolescencia y juventud, al punto que fuiste padrino de mi hermano en su primera comunión, y demás imágenes que en esta madrugada no me dejaron dormir. Me causó mucho desconcierto, sorpresa y asombro el saber que te fuiste. Pero la vida es esta y una sola sin repeticiones.


Deseo que dios te tenga en su gloria, en lo más alto, porque una mala persona jamás fuiste, algo loquillo y maniático, deportista y sano, desordenado y complicado, autoritario y mandón, pero, sobre todo; buen ser humano en enseñarnos muchas cosas y jamás te olvidaremos; y, no despedirnos de ti, es más aun un asombro que no deja de impresionarnos.


Esta vez llegaste a tu estación, sin volver en marcha. Un vagón que paró y no se despidió por irse tan rápido, no merecías ese final, sino más bien; una buena despedida con todos los que te extrañaran y los que nos privaremos de tus manías.


Descansa en paz. G.W.F.C.

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