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La búsqueda de mi, entre las letras y la música

Hablar con mi interior es un asunto íntimo, personal de reflexión y de control, lo cual hoy en dia nadie se detiene para autoanalizarse y menos para buscarse a sí mismo.


“…Por qué reí, Por qué llore, Por qué viaje con mi soledad”, que increíble letra, la que nos muestra “Meche Sosa y Marcela Morello” en una linda canción al recuerdo, empezando por dar, esa sintonía a tu corazón que necesita como la gasolina al automóvil para dar marcha a su paso por la pista sin destino, dejando los kilómetros a tu memoria, como flashes vivientes de lo que nos acontece aquella fiesta interna y explosiva sonrisa de algarabía. Encontramos desde una simple pieza musical para rendirnos a un contexto inimaginable, tele transportarnos de una forma cultural asombrosa sin desprender tus pies, sin marcas tus huellas por aquellas sendas que no se realizarán jamás, sin embargo queda esa inmensa inspiración de poder dar rienda a tus más íntimos sueños.

El escuchar un sonido lejano al compás del piano, llega un “Gracias a la vida”. Grande Sosa, por dejar a los latinoamericanos esa esencia de nuestra tierra, tan sosanica e impactante musicalidad de tus letras que nos dan el sonido, el abecedario y con él las palabras que pienso declaró a nuestros hermanos, la ruta del alma que estoy llamando. Miramos el fondo de unos ojos presentes en todo lo que descubrimos, los que vamos por nuestra historia, por unas historias acompañadas de unos personajes antagónicos y den un argumento a la vida que esperamos o soñamos, (uno de ellos es quien habla), que fatigado por el clima y la aventura metódica de los días en una maqueta de cartón dibujada la ciudad que me acompaña en mi presente, me llena de confort pero no llena mi alma inquieta que me desconcierta pero me hace vivir hasta el final de mis sucumbidos latidos.

Pasa el tiempo y cada vez me encuentro menos, me reconozco pero no pienso que mi naturalidad sea la que se demuestra, es obedecida por un “sistema” del cual no aceptó pero soy participe, no quiero desencajar, mucho menos transgredir a la sociedad, estando “Contracorriente”, como lo señalaron en un film peruano que presencie con unos Auriculares para que no se pueda enterar mi alrededor de su argumento que me pareció muy tácito pero duro, donde Santiago y miguel tuvieron ese idilio a escondidas y donde la tolerancia no se hace presente por ninguna parte, hasta sus últimos días, muere uno, pero jamás murió el amor.

Reinserto mi claridad en todas aquellas estrofas que dan musicalidad a mi corazón, cada bombo es cada latido que juntos andando marcan un gran paso de lo que embarga mi melancolía y nostalgia que jamás podrá ser curada hasta llegar a encontrarme. Suena el violín a ritmo de cajón negro, esclavista pintado de un color serio fomentando el baile típico de una tierra querida como lo es en el sur de nuestro amado Peru, de tan solo ver el rostro de quien es un icono para la música de esta patria, Doña Susana Baca, da entrada a ese latido que mi corazón requiere para seguir teniendo “ritmo color y sabor” como lo pinto nuestra querida Eva Ayllon.

El perpetuo silencio, es lo que más me agrada de cualquier lugar por tan oscuro que sea, basta una ráfaga de luz o una rendija que da paso a un rayo sepia de foco oxidado, me contenta y refunde en los más adentros de mi alma, me siento en el piso arrinconado en la pared con tan solo una parte de mi rostro encendido con esa luz y las lágrimas que empiezan a dar rienda suelta, producto de mi pensamiento y recuerdos que no me quieren abandonar, aparece en el trasfondo un silente sonido “una y otra vez”, Marcela lo lleva hasta el final de la cinta no sin antes habiendo terminado el recorrido de mi álbum memorial.

No renunciaré jamás a lo más bello que poseo, mi vida, es la única que tengo y la única compañera que se encuentra a la derecha, la soledad, y a la izquierda, mi razón, a ritmo de “al otro lado del río”, del uruguayo Jorge Drexler, suelta la pieza que acompaña el mapa memorial que arma y sigue a través de los señuelos con sus paradas, planeo en un tiempo una ruta que se me hace larga en un principio pero corta en su paradero final.

Voy, voy llegando al sol, voy por la montaña en busca de la paz, la pachamama que nos abraza y de aquella libertad, con el correr del viento como un tren en rieles que llevan hasta el mar… Soledad Pastorutti, lo cantó en su “tren al cielo”.

Lejos de la casa quien me da abrigo, extraño mis amigos, extraño a los míos; por los caminos de las tierras mapuches me encuentro, viendo lo maravilloso que es y nos ofrece el desierto de San Pedro De Atacama, con su famoso “3 Marías” en el Valle de la Luna y su sunset oponiéndose a las cinco y media de la tarde esperando por las alturas de un camino arenal del propio chile, sentado e imaginando lo que mi alma presencia un espejismo de esperanza para conocer más rutas por el mundo.

Siento que la luna me está siguiendo, acompañado por 2 ruedas que marcan parte de mi aventura hacia el otro lado del ombligo del mundo, las tierras frías, heladas y la nevada se hace presente, me arropo conjuntamente con los viajeros de los andes, el cielo se ilumina y las estrellas explotan por todo lo alto. Prendo un tabaco para bajar un poco esa helada que azota mi piel y no me detengo por nada del mundo en ver lo más inmenso que encontré, con los pies en la tierra y la cabeza en las estrellas estoy en la escalera al cielo; mi Bolivia amada.

Pronto una gran nostalgia me embarga hasta sacar parte de mi mar dividido en dos que limpian esos cristales, los enjuaga y sobresalen hasta caer por mis mejillas, anidan mi alma, existo con mi libro de notas de viajes, nunca me suelta, empiezo por apuntar lo que será mi continuada visita, el hacerme caso en mi sentir enrumbo a esa ciudad que te atrapa, que llena de magia y que amenaza cuando te despides “que volverás”, ese es mi cusco querido que no podré olvidarlo jamás, se viene a mi mente un sonido muy particular de trova peruana llamada “cascabel” donde Jorge Millones interpreta con esos pulmones que sin faltarle la respiración por la altura de su montaña llena de gozo mi corazón.

Volveré. No existe nuestro lugar en el mundo, solo se decide, se asienta la cabeza y ya está. Muchos no quieren estar donde están, muchos si, lo importante es darle el crédito a esa felicidad interna que al pasar, pisar y dejar huellas por esas tierras y rutas exploradoras, siempre llegaras a encontrarte a ti mismo por más corto que sea el camino.

Joan Manuel Serrat en “cantares” citó: “caminante no hay camino, se hace camino al andar”, y por ello Jon Krakauer en 1996, confirmo en su best seller aquella historia que nos sirve como referencia su máximo “In The wild”, hecha en la vida real por el joven que busca su interior, su propio yo, Christopher Mc Candless.

“…Por qué reí, Por qué llore, Por qué viajare con mi soledad…” (Recuperaré, perseguiré y buscaré).


-Olav A.-

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