"CARACOL DE DOBLE CAPARAZÒN"
- Olav Alcántara
- 4 may 2019
- 12 Min. de lectura

Marcia, continuaba con el libro que leía en esa noche acostada en su cama. La entretenía mucho, sobre todo, la explicación –especie de respuesta que deseaba encontrar en aquellas páginas de “Las Variantes Sexuales”-, el narcisismo que había experimentado y protagonizado, la había extasiado de tal manera que volvería repetirlo. ¿Estaba reemplazando la carne de un varón por las yemas de sus dedos o tal vez por la diferencia que había entre ellos dos? Seguramente la sensación la había estremecido todas sus partes sensoriales unificándolas en un solo sentir …
Las páginas avanzaban, las horas también, pero no quería terminar, estaba distrayéndose de tal manera que le tomó por sorpresa las altas horas de la noche…
Marlon ya había asumido lo que le pasaba, la relación que tenía con ella; los días habían transcurrido con toda su lentitud o su precipites, --tal vèz-- el hecho que no retrocedían. La emoción que tenía era tan infinita que hasta el tuétano sentía escozores al recordarla. Se había adentrado con su única penetración que solo la autenticidad de Marcia podía marcar muy en el fondo. Por su parte Marcia, estaba ilusionada pero no enamorada como lo estaba él, seguramente por ser demasiado prematuro para hacerlo; aunque, hay personas que, con tan solo mirarlas, pueden encontrarse y enamorarse de un solo meteorito, por no decir flechazo que se quedaría corto.
El tramaba todos los detalles para terminar por enamorarla, hasta que se viera convencida de que era la indicada, -hacía algún tiempo ya había sentido por ella lo que ahora, en ese entonces era demasiado joven para hacerse notar y, sobre todo, inmaduro para dirigir una relación-. Ella era un amor platónico adolescente que se convertía actualmente en su novia …
Marcia tenía una reunión con su terapeuta, no sin antes ver a Tatiana, (la hermana mayor de su amiga Flavia), contarle lo suscitado con Marlon y los pasos contiguos que había pasado, justamente para pedirle unos consejos de cómo ser la novia perfecta –o al menos tratarlo—para él.
El café había quedado muy corto para su conversación, preguntas van y preguntas vienen y las respuestas no le satisfacían en su totalidad, Tatiana trataba de centrarla, no llenándola de incertidumbre, miedos o rencores como ella lo había tenido al conocer a algunos chicos en su vida, pero quería hacer un buen papel experimentada para Marcia, hacía lo que podía, sin embargo, Marcia se ponía más compulsiva por desempeñar un buen rol con Marlon. Tanto fue así que, la hora se acercaba para su cita con la terapeuta que no le dio más oportunidad de embargar con sus inquietudes a Tatiana. Se despidió de ella, cogió el bolso en forma de morral y se marchó apresuradamente.
Subió al penúltimo piso de aquel edificio que estaba frente al pentagonito, agitada tocó la puerta y se presentó a su sesión. La doctora la esperaba con toda la disponibilidad que demostraba a sus pacientes. Se saludaron y se sentaron cada quien en sus lugares. La terapeuta le dejó empezar su relato sin limitarla con alguna pregunta inicial. Marcia fue directo al grano, contándole todo referente a la masturbación que había experimentado, las sensaciones y la culminación de ese acto autocomplaciente.
Por otro lado, a Marcia le alegraba mucho los mensajes de Marlon que poco a poco estaban adentrándose en su ser. En su cita con la terapeuta le contaba muchas cosas para su avance, entre ellas le decía lo siguiente:
- Me encuentro en estos momentos en una etapa de adolescente, como si hubiese cumplido los famosos quince años y con el baile a cuesta, donde te volverías señorita y pasabas de ser una niña a ser una mujer, era tan extraño este sentir que lo que Marlon estaba encontrando en mi era una sensación de desconcierto, pero de gusto.
- ¿eso es algo malo? –preguntó la terapeuta—
- No sé, dígamelo usted que es la especialista.
- No quiero decirte una concepción o definición, de por qué el ser humano es totalmente diferente uno del otro al igual que su interior, sino todo lo contrario, te pregunto porque quiero saber tu sentir, tu modo de expresarte después de sentir abiertamente.
- Pues bien, doctora, Marlon es lindo, es un chico bueno y de buena familia, me hace sentir cosas que jamás había sentido por alguien, pero sinceramente no estoy enamorada de él, no quiero hacerle daño, sin embargo, sé que debo darme la oportunidad de ver que es lo que pasa en adelante. No lo estoy utilizando, no lo siento así.
- Perfecto, estamos empezando por buen camino, pero recuerda que el amor se construye, el gusto ya lo tienes, pero el sentimiento se construye con la persona que se empieza a querer y eso puede funcionar si no te das por vencida.
- Estoy conociéndome, y viendo mis límites. No quiero censurarme en nada. Ayer leí unos capítulos de las “Variantes de la sexualidad” de Carlson Wade, que decía en uno de ellos sobre la bisexualidad: …nacemos bisexuales y son nuestros padres quienes nos forman como heterosexuales o deseados por el sexo opuesto. ¿Qué tan cierto hay en ello?
- Muchos libros, científicos o de análisis de la conducta humana y sexual pueden decirte demasiado dependiendo de su objetivo y su resultado de muchos estudios sobre la sexualidad del hombre como tal, pero también existen teorías difusas, solo tómatelo con calma, descúbrete y no te presiones. Es bueno que leas y te informes, pero no todo lo que está impreso o plasmado en muchos artículos son del todo cierto. Mi punto de vista es que la bisexualidad existe y se puede dar en todos nosotros, psicológicamente es real, y también es verdad que solo son nuestros padres quienes nos hacen sentir deseados de cero a seis primeros años de nuestra existencia. Y mucho tiene que ver como lo hicieron al enseñarnos a reconocer nuestro sexo y sexualidad. Ahora bien, ¿porque te sientes confundida si tus papás te hicieron sentir deseada desde muy chica?
- Es muy buena su analogía doctora, pero yo siento que nací así, rara sin una identidad, ni un rol o genero definido y estoy en paso de poder reafirmarme con su ayuda.
- Eso es importante, estoy aquí para ayudarte a encontrarte y escuchar todas tus inquietudes.
- Hace unos días, hice algo con mi cuerpo que me da un poco de vergüenza, pero debo confesarle.
- ¿Confesar qué, Marcia?
- Descubrí la masturbación, fue de pronto que entré a mi habitación, y al verme en el espejo tuve una reacción por desvestirme y mirar mi cuerpo desnudo una vez más, en esos movimientos deseé tocar mis pezones y lo hice al sacarme las vendas, había sentido un roce extraño que sentí como una electricidad y eso llevó poco a poco a tocarme las puntas de los pechos y –nuevamente-- poco a poco iba bajando hacia mi vagina y allí empezó todo.
- Pero asumo que te concentraste en alguien o una imagen para darle creatividad a la masturbación, ¿o no?
- En un comienzo estaba probando el narcisismo, luego me relevaron las imágenes de las escenas que tuve en intimidad con Marlon. Hasta encontrarme con el clímax y luego me vi agitada por encontrar mi placer sexual.
- ¿Cómo te sentiste después de ello?
- La verdad, muy bien, llena de energías pese a verlas perdido con los movimientos de frotación de mi mano en mi vulva y labios superiores
- Es una sensación para ti, --solo-- no remplaces el sentido físico con el sentido auto placentero, son totalmente distintos.
- ¿Está mal lo que hice?
- No es malo, el descubrir tu sexo no es malo, solo que los extremos son perversos. Muchas personas toman la masturbación como una suplencia a falta de una pareja y cogen tal manía en ello que, no sueltan después hasta convertirse en algo ninfonamente dependiente de aquella sensación de placer.
- Creo que no lo volveré a hacer, sentí una dominación personal de mi cuerpo y la fricción que tuve con mis yemas era de tal manera que no sentí que necesitaba a nadie para ser feliz.
- Justamente a ello no quiero que llegues.
- Descuide doctora, ya experimenté las dos sensaciones, con Marlon y la autosatisfacción sexual. Y créame son diferentes las sensaciones.
- Que bien, entendiste ya ese manual por lo visto, ahora tienes que trabajar en su anatomía, creo que es suficiente el estar vendándote, deberías parar no es saludablemente bueno, estas achatando tus mamas al punto que puede sufrir trastornos biológicos.
- Es verdad, han crecido un poco más, ya soy una persona adulta, pero lo intentaré, solo que cuando me elevo al balón –en los entrenamientos—no me gusta que se estén moviendo de arriba abajo. Parecen dos melones en una bolsa.
- Solo digo que no es bueno, pero deberías a estas alturas ya hacerte la idea de que estarán contigo toda la vida –sentenció la terapeuta--.
- Está bien, veré como me va el sentirlos caer y no sujetarlos demasiado.
- Está bien Marcia, creo que te veré la semana que sigue como siempre y me contaras como te fue con tu hermoso busto.
- Buenas tardes doctora, gracias por la atención.
Luego de detallarle todo lo vivido…
Al terminar la sesión, Marcia se dirigió a su entrenamiento, donde va a los vestidores, se cambia silenciosamente sin que nadie la viera y pueda colocarse todo lo que la disimulaba por dentro y por fuera, (las vendas en casi todo el torso acompañado de un corcel o al menos eso parecía, una especie de faja para el abdomen y lógicamente las vendas para los senos).
Al entrar en la cancha ya en los entrenamientos, uno de los entrenadores presentó, tomando de los hombros a Claudia, el nuevo fichaje del equipo; una muchacha morena, de cabellos largos azabaches de rasgos finos sin llegar a ser de porcelana, alta y de buena contextura. Todas la saludaron a viva voz anunciándole la bienvenida y luego pasaron al calentamiento.
Con el pasar de los minutos, ambas cruzaron miradas, les había tocado “volear” juntas, para dar pie a una conversación, pero no fue así. Ambas estaban calladas y se apegaban a acatar las órdenes de su entrenador. Ya casi al terminar, armaron dos equipos para una ”pichanga”—partido de vóley como campeonato simulado—para ver el potencial de todas y la mejoría que estaban teniendo como resultado de los constantes entrenamientos.
Una era del equipo contrario a la otra, Claudia no conocía a nadie por ser su primer día, así formaba su perfil de desapercibida con las demás de su equipo, cumpliendo con los esfuerzos prometidos. Mientras que Marcia destacaba de tal manera que ponía más que un simple esfuerzo, era como si quisiera impactar, darse a mostrar que es una de las mejores. Claudia la veía con el rabillo del ojo izquierdo, en su posición de opuesto y el desempeño era arduo, una exigencia pasando a la exageración, no necesitaba demostrarle que ella era la capitana o que el lazo en el brazo lo tenía por gusto. Claudia se reía muy disimuladamente sin que pareciese burla y no coger su antipatía. Avanzaba lo que hacía falta sin cansarse para irse a casa a continuar con sus deberes de la facultad.
Claudia era una chica muy sencilla de clase alta, donde su pasatiempo lo dedicaba a lo que le parecía verdadero y no superficial, donde los mejores momentos son los que uno dibuja en su cerebro y los vive en su real momento que debería suceder, donde las canciones son un poema escogido para el ritmo de su corazón y donde las películas no comerciales le daban más que una moraleja o un mensaje, cubriendo así las necesidades básicas para sus estándares de una chica tímida y sensata. No pretendía llamar la atención de nadie. No había tenido pareja desde hace mucho tiempo, de su última desilusión, en la que el muchacho la engaño con su mejor amiga en la sala de su casa después de preparar una fiesta sorpresa para el cumpleaños de Joaquín –así se llamaba--. No quería saber nada por el momento, esos dos años, casi tres, le había resultado una liberación para su espacio y no perderse nuevamente…
Al terminar los entrenamientos, Marcia se dirigió a los vestidores, esta vez solo a sacarse la camiseta sudada sin ducharse, se sentía algo intimidada por aquella muchacha novata. Cogió su maletín y se fue a su casa. En el transcurso del camino se topó con los mensajes de su amado Marlon, lo desbloqueó y empezó a contestarle, chateando en todo el trayecto…
Marcia estaba siendo confundida; en esos instantes de cortar la comunicación con su enamorado, había imaginado un atrayente rostro que la empapó –sin darse cuenta o al menos no hacerle caso—de lo guapa que era Claudia. Por unos instantes se imaginó su mirada, aquella que cruzaron en mitad de la cancha. Comenzaba a despabilar su imaginación hasta ver que sucediese, si solo era una atracción o un gusto como lo tenía por Marlon. No quería averiguarlo, pero si sentirlo; miraba a través del cristal en el asiento penúltimo del bus, estaba medio vacío, pero no quería verse sonrojada por imaginarse a la chica que recién había conocido.
La sudoración le llegaba como si estuviera subiéndole realmente la presión, las gotas caían de su frente y de su nariz como una cascada, la mirada perdida o concentrada en lo que solo su imaginación sabía. Las puertas del corredor abrían y se cerraban en cada parada, pero nadie bajaba, maldita costumbre que los conductores tenían. Su mirada no se encontró por mucho tiempo, reaccionó con el frenazo que se dio el chofer luego de que un carro se le metiera al doblar la curva. Se puso de pie enseguida y tocó el timbre para bajar –se había pasado un par de paraderos por lo menos--. Se colocó el maletín a su alrededor y caminó con ese paso algo tosco y abierto de piernas imitando a un hombre. Lo que en realidad era su caminar natural. Se cubrió los cabellos dorados con un chullo oscuro y la chaqueta le tapaba todo el torso por debajo de las nalgas con el buzo ancho, realmente parecía un verdadero varoncito.
Sonó el móvil, --ring—vio por la pantalla y el nombre le dibujaba flojera en su cabecita. Marlon insistentemente la llamó para averiguar si había llegado a casa, --no permitía que la recogiesen ni la llevaran, ni él ni su padre, mucho menos, manejar. Contestó de mala gana sin que no se diese cuenta y ásperamente le respondió que estaba caminando a casa, el bus la había dejado un poco retirada, pero se encontraba bien.
Ya en casa, Marcia saludo a quienes se encontraban en la sala, y se dirigió a su cuarto no sin antes, sacarse la campera, el chullo y desenredarse los cabellos antes de entrar, toda una simulación femenina para que nadie le dijese nada de su apariencia. Ya en el (cuarto) se sacó todo lo que tenía encima. Se miró una vez al espejo y se desenredo las vendas de más de dos metros de largo, se colocó la toalla en mitad de la cintura con los pechos descubiertos, se ató el cabello hacia arriba y se fue a la ducha para sacarse lo sudoroso de encima. Mientras caía el agua de la regadera, hasta entibiarse, se vio la barbilla en el espejo, se lavó los dientes y se echó una mirada exhaustiva de su rostro –como si esperase alguna novedad en él--. Se metió en la ducha luego de quitarse las bragas y dejo caer el agua en sus manos, para luego meter la cabeza y untarse un poco de champú, encontró el jabón y empezó a pasárselo por el cuerpo, primero de una forma muy dura, como si quisiera sacarse más que la suciedad, luego suavemente se lo paso por los hombros, el cuello y mientras cerraba los ojos para que no le cayera el champú. Se le apareció la imagen de Claudia. Los abrió rápidamente y se enjuagó la cara y los cabellos para no volverlos a cerrar, le daba algo de miedo sentir lo que se veía venir, se pasó el jabón por todas sus piernas con los ojos bien abiertos y al pasar rodeándolo por su trasero, sintió una comezón de satisfacción, de adrenalina y de una incitación para volverse a tocar. Esta vez se abandonó de tal manera que el impulso de sentir algo vultuoso por su piel sensible en plena agua tibia le hacía que se desnudara, pero esta vez no de ropa si no de que detuviera el grifo de la ducha y se pasase las manos suavemente por su vagina, dando paso suavemente a las imágenes de Claudia, --si eso mismo era—una mujer que la estaba desconcertando que no podía detenerlo, no lo había experimentado nunca el gusto por una mujer pero esta vez quería vivir como ella la tocaba en los vestidores del coliseo, mientras ella se quitaba las vendas, Claudia le acariciaba el cuello y se lo besaba suavemente, le pasaba las manos finas por sus pezones, y la volteaba poco a poco para darle un beso profundo, Marcia se dejaba llevar por su imaginación y por sus tocamientos autocomplaciente, --en su imaginación—Claudia continuaba sofocándola de placer, de clímax, después se envolvieron sus labios una a la otra y sus manos manoseándose totalmente en mitad de las duchas. No había nadie, esperaron que todos se fueran como si ya supiera que Claudia apareciera por algún lado en algún momento y así fue. Se abandonó una vez más en sus pensamientos hasta venirse en mitad de la ducha, había gemido silenciosamente hasta despertar y tocarse lo húmedo que había quedado, casi irritado, enrojecido por sus labios superiores de su vagina, abrió el grifo de la ducha y se enjuagó totalmente. Se apartó de allí luego de secarse y se sentó en su sillón frente al espejo para cepillarse los cabellos y luego cubrirse toda para ir a cenar…
Ya por horas de la noche, pasado las nueve sin llegar a muy altas horas, tocaron a la puerta, atendió Marcia directamente y se encontró con el rostro de Marlon, preguntándole:
- ¿Qué haces aquí?
- Hola Marlon, como te va, que sorpresa que estés aquí. –eso hubiera sido mejor no te parece Marcia--.
- Disculpa, no fue mi intención hacerte sentir así, solo que me da curiosidad que estés a estas horas en mi casa y no hayamos quedado en vernos.
- Solo quería verte, te extraño mucho y como pensé que no querías chatear, pues, pensé que sería mejor hacerte una visita
- Si claro, me encanta la sorpresa –de los dientes para fuera—había tartamudeado Marcia.
Marcia había entre abierto la puerta y antes de salir a dar una vuelta, avisó a distancia que ya volvería, sin hacerlo pasar a su casa.
- Marlon, me atrapas haciendo mis deberes, llegué súper cansada, me duché, cené, y ahora estaba por irme a descansar, pero me alegra verte, aunque sea un momento.
- ¿En serio te alegras o me lo dices por compromiso?
- Que cosas dices Marlon, si me agrada verte también.
Marlon la tomo por la cintura en las afueras de la casa y le dio un beso inesperado. Marcia le siguió el ritmo para corresponderle, pero no sintió el mayor de los placeres entregarse a sus labios. Lo besó con los ojos entre abiertos y simulo de tal manera un beso apasionado casi extrañándolo para que no hubiera más preguntas después, le cogió la mano y se fueron a caminar por un momento antes de que sea muy tarde y se desvelara…
--Olav Al.--
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