"CARACOL DE CONCHA BRILLOSA"
- 5 abr 2019
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Marcia, una vez más, se reunió con su terapeuta. La ayuda a encontrarse para seguir adelante con todo lo referente a su Agénero o género atípico que no suele pasar comúnmente en las chicas de su edad, aunque ya pasaron los años, ella sigue recibiendo ayuda de una profesional que no desea perderla por ningún momento. Después de haber alejado a Patricio, el chico que le gustaba hacía unos años atrás, ya no estaba en su camino. Deseaba que toda persona que no la entendiera, no la encontrara, ya que no le serviría de ayuda para ser ella misma.
Ella [Marcia] siempre estaba acompañada de la hermana mayor de su mejor amiga Flavia, la cual le aconsejaba por aquella pequeña molestia que tenía de su anatomía. Se sentía muy confiable y cómoda con sus conversaciones, era una de las personas que no la soltaba –igual como lo venía haciendo con su terapeuta--. En una conversación le determinó lo siguiente: …he conocido a un chico de la cual me parece muy atractivo. Después de lo de Patricio nunca pude querer a otro, pero esta vez a mi corta y madura edad me decidí a conocerlo y hacer que suceda de todo, completamente de todo. Me invitó un fin de semana a una casa de campo de sus padres que no visitaba hacía mucho tiempo, pero estando a solas llegará la amenaza de que suceda algo, pero esta vez estoy convencida de cometer dicha hazaña, tal vez sea lo último que me falte para sentirme completa o viva o mujer. No puedo prolongar más la sensación de descubrir algo con alguien, mi virginidad no la tengo muy sobrevalorada, al contrario, está olvidada o hasta imposible de desprenderse.
Quería comprender sin cuestionamiento, de esos que los terapeutas suelen embargar con preguntas asaltantes para ver si decimos algo que sin pensarlo sea expresado. La [terapeuta] miró, y preguntó: ¿lo harías por curiosidad o por satisfacción o porque te sientes obligada?
Marcia dubitativa respondió: lo haría porque ya no puedo suspender algo que podría salir ganando, algo que me podría dar una respuesta a mi cuerpo, a mi espíritu deseándolo hasta consumarlo.
Todo este tiempo he estado con una vida propia manejada por un control remoto, haciendo lo que querían que hiciera, demostrando que soy una persona normal, sin embargo, mi sentir me retumba en el cerebro otra cosa, una imaginación que iba más rápido que el propio avión por encima de las nubes. No quiero volver a retroceder, estoy siendo consecuente y quiero seguir siéndolo hasta el infinito de mis días, pero no lo lograré sola y menos encerrándome en esa burbuja en donde me pregunto, yo respondo para mi conveniencia. Volver a quejarme de la falta de entendimiento de mi familia o gente alrededor, no tiene sentido, ya que mi terapeuta me dijo que la respuesta no está en nadie, sino en mí y estoy trabajando en ello para no refundirme en la depresión y realizarme como mujer.
Los días, los meses y los años van pasando, es verdad, pero quiero contar una parte de mi avance en esta gran carrera que es reconocerme corporal y mentalmente como una dama en superación profesional y realización como persona. Una vez leí: las terapias son como el crecimiento de un bebe; aprenden a babear, a gatear y luego a caminar, pero sin la ayuda de sus padres no lo podría hacer correctamente. Ese impulso era el que estaba empezando a tomar para terminar por sentirme lo que quería lograr.
En su introducción la terapeuta le dijo tres cosas muy importantes: identidad, rol y sexo. Ella los está tomando al pie de la letra. Empezando por describirse, aceptándose para poder dirigirse en el rol que está, ahora va por el tercer impacto y a su respuesta de ese estímulo.
Marcia anhela mucho que funcione las cosas con el nuevo gusto que se presentó a su vida, la aceptación de que un nuevo chico la flirtee, la lleve a comer, salir y todas esas cosas de pretensión de un varón a una dama, conocerse y ver qué sucede. Sentía que se la debía desde hacía mucho tiempo y no podía dar marcha atrás a la invitación de Marlon.
Se mentalizaba poco a poco en todo lo que sería para ella, una ceremonia de entrega, no solo de su cuerpo sino de su mente y alma; parecía una princesa de quince años frente a un príncipe sin carruaje, pero con muchas ansias de querer algo serio con ella. Los días concurrían y su ansiedad por ese fin de semana incrementaba para bien, era una ilusión vespertina, confortable, esperada de una buena respuesta al terminar su fin de semana de campo con él.
El fin de semana con Marlon, empezaba de lo más normal, cuando ella desató su bolso de marca donde llevaba la ropa para aquellos días, Marlon por su parte la vio disimuladamente como quien no quiere la cosa para ver si traía alguna lencería sensual o sexy para la ocasión, pero solo vio que había en ellos unos pantalones vaqueros y poleras anchas de su hermano mayor, un albornoz para después de la ducha e irse a la cama, no dejo entrever nada femenino a flor de piel. Marlon en sí mismo se veía desilusionado por no promover su belleza o estimulación para que rinda fruto la pasión o el fuego que seguramente había en Marcia.
Cogió [ella] algo ligero y se lo colocó para estar en el transcurso de la noche dentro de la cabaña acompañado de las velas y la chimenea con una botella de champagne que había traído el galante muchacho. Conversaron mucho, más de lo que ella había podido soltar, --o al menos eso planeaba---, se dejó llevar por el olor de su cuerpo que emanaba a pura flor de lavanda, coqueteó un poco por aquí y por allá y encontró en sus labios ese cobijo que necesitaba, el puf y las mantas solo eran cómplices de lo que en la alfombra yacían. Los besos y las caricias se habían desenfrenado de tal manera que Marcia se sintió más que cómoda; la razón le decía una cosa y el cuerpo otra. Se entregó después de relajarse con la copa de vino que había apenas ingerido, Marlon por su parte entendió y leyó los movimientos de su virginal cuerpo, la ayudó a relajarse y conocer el cuerpo que tenía –era como si alguien le había informado del problema de ella--. Entró suavemente en su diminuta anatomía formada y ambos gimieron de deseo y fuerza comprimida, ella llegó a su clímax desgarrando un grito ensordecedor –de esos que nunca había salido de lo más profundo de su pecho--.
Marcia se levantó con las sabanas puestas envolviéndose el cuerpo hasta terminar en el baño para tímidamente hablar con el espejo, encontrándose con una sonrisa que atropelló la vergüenza, el encanto se apoderó de ella y se sonrojo al ver a sus hermosos pechos, no los había sentido –ni siquiera cuando Marlon los tocaba y masajeaba con sus enormes manos--, no quería separarse de ellos, empezó a aceptarlas de un modo que se llegó a reconocer la anatomía que Dios le había otorgado. […]
--Olav Al. --
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