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UNA DOBLE FE EN ÉPOCA DE SOLEDAD PERFECTA

La meditación y la soledad pueden servir para concentrarte en tus pensamientos y hacerle caso a tu estado animico, mas aun si se tiene el escenario perfecto y este corto es un ejemplo.


Todo empezó en un tiempo muy lejano, data de los 1989, donde por primera vez tenía uso de su razón por qué transportaban de una ciudad a otra, con la mirada perdida y el raciocinio muy en su lugar, junto a su hermano menor, solo con la madre viajaban en el bus; eran las altas horas de la madrugada, cuando en ese preciso momento que sentía en su silla una desolación de un niño ingenuo que no sabe que están haciendo con él, solo dejaba llevar por su progenitora, él bebe dormía en brazos de ella con el tetero en su boca, la vista en la ventana, era prominente, un vacío que no le producía ningún agujero al contrario, le producía una visión externa que no tendría imágenes solo un sentir que el mismo podía dominar y continuar viviendo. La madrugada se presentó muy ingrata y negruzca, con la carretera a oscuras y solo los focales frontales de los buses se mencionan de un lado a otro, unos regresaban y otros se marchaban, pero no quito la vista de la ventana.

Cuando viajábamos algunos ponemos atención a nuestros pensamientos al compás de la música en nuestros oídos, otros prefieren dormir y no hacer caso a lo que está transcurriendo en esos momentos, solo es un viaje o trayecto a un destino, pero habemos personas que si ponemos efectos a esos sueños con los ojos abiertos y damos realismo de lo que suele pasar.

Esta es el pequeño fragmento de Lucas, un chico que se presenta de la siguiente manera: muy vivaz, en su inocencia, muy despierto para lo que le espera en sus futuras décadas de crecimiento, alguien que solo comienza a pensar y sembrar un mundo en su cabecita por todo lo que ve marchar, lo que comúnmente la gente no le pone atención, pues ese mismo es el, un chiquillo de temprana edad que solo quiere jugar en la vida.

Llevan una noche de viaje y el día siguiente en un amanecer con una aurora sus ojos se pegaron por cuestiones de horas, para luego ser movilizado por su madre y atenderlos en su alimentación junto al bebe que trae consigo en brazos. Cambiandolos y amamantarlo a este último. Lucas por su parte solo estaba en silencio y se dejaba llevar como era de costumbre.

Volvieron a embarcar el bus por pronto llegar pero en el trayecto el bus se apagó sin dejar rastro de una pequeña empujada para andar. Llegó ayuda por esas carreteras en vías de la panamericana norte, empezó a funcionar, y continuó con su trayecto, era una travesía de dos días como si el camino fuera demasiado imposible, pero no habían caminos cortos para poder llegar a su destino lo más rápido posible, una mujer con dos hijos y uno más pequeño que el otro muriendo de hambre y el maletín de mano verse angustiada por no saber que darle era imposible de callar.

Fernandito es un pequeño muy comelón y tragón para su edad, contaba con un año y unos cuantos meses, pero curiosito en su vivir, acepto la ayuda de algunos de los pasajeros para con la madre y poder alimentar así a su hijo, mientras que Lucas el mundo era ancho y ajeno para él. Ya llevaban casi dos días viajando por muchas trasbordo que pasaron, se acercó y asecho muy fuertemente la noche para con la pequeña familia que estaba en él, comenzaba a apoderarse de su sitio a lado de la ventana, su mirada con la boca casi abierta y los dientes rechinando por algo de frio, la lluvia se asomaba y no dejaba ver las zonas áridas y los desiertos arenales que estaban en medio del camino, mientras que su vista estaba entre el cielo y el propio desierto, tal vez imaginándose un cuadro que el mismo pintaría si tuviera el don de hacerlo, proyectarse lo que su mente corría a mil por hora más rápido que el bus, llegó la madrugada y no tenía sueño, su madre lo cogió de un brazo para asomárselo a su hombro de un lado pero éste la despreció porque lo que estaba viendo no quería ser interrumpido nunca, la mente solo hablaba a sus adentros y en silencio con mímicas decía que lo dejase solo. Apoyó su cabeza en la venta y terminó su noche pensando…

Las calles se familiariza como si antes hubiese estadio en esos lugares, los montes que aproximaban de la mejor manera, los arbustos de la misma manera, formaban las agujas del reloj una de la madrugada del segundo día para el tercero, el bus empolvado y destartalado llegó con los cauchos más destruidos que se podía ver, desalojaron los pasajeros lo más pronto de sus asientos, las maletas esperaban debajo en plena agencia, no había nadie en las calles, la mujer con los dos hijitos en mano y las maletas que le entregaban pero no podía cogerlas – ella llegaría al segundo día por la mañana, la familia estaba muy preocupada como el esposo y la familia en el destino que ella aparecía, no existía los móviles por ese entonces y mucho menos el GPS para el ómnibus, era una cuestión de supervivencia y calma en mitad de la nada.

La mujer camino y camino por la calle que le recordaba en su juventud, las salidas nocturnas con los chicos del palo como ellas le había puesto en esas épocas donde se reunían en la plaza cerca a la iglesia Santa Lucia, con los enormes árboles y los vegetales blancos y largos como especie de nabos se desprendían por su peso en medio de la noche, cientos de recuerdos se le acercaba mientras que en manos estaba su bebé y su hijito de tan solo 5 años, las maletas que tan solo eran dos las jalaba con la ayuda de Lucas, abandonados a su suerte en una ciudad pequeña y sana, se guiaron por la calle Grau, directo hasta llegar a su casa, no dejando de preguntar su asombro de un tanque de elevación blanco, su madre le explicaba que era el agua y que esa pared de ladrillos en forma de reja es porque hay plantación y un vigilante en medio, Lucas se quedó mirándolo fijamente, su madre le gritaba que se apurara que se quedaría a dormir en la calle.

Llegaron al óvalo del Museo de Arte y Cultura de la ciudad, continuaron a la izquierda y tocaron por fin la puerta, todos estaban dormidos eran ya altas horas de la madrugada, salió la madre de ella para abrirlos y cobijarlos, la mujer sentía desmayar por las fuerzas que tuvo esos dos días de viaje y desesperada por el hambre de sus niños, la abuela cogió a Lucas y le llenó de besos, la mujer entró con él bebé en brazos dormidito, las maletas esperaron a por más ayuda, en ello apareció el abuelo, la preocupación de ellos es tremenda, la madre solo atino por hacerlos descansar en el altillo de la casa y que mañana sería un día mejor…

Lucas amaneció, desconoció en donde se encontraba, preguntándole a la madre y luego pidió alimento, bajaron del segundo nivel donde se hallaban los cuartos grandes con vista al campanario de la iglesia. Era una casa colonial del año 1931 donde fue construida y que ahora forma parte del patrimonio cultural de la zona, sin remodelaciones por que no era aprobada. En la puerta de madera fértil, de color amarillo pálido se figuraba dos siluetas de fierro con letras A y R, apellidos iniciales de los dueños.

Se levantaron todos de la casa y festejaron con un buen desayuno, matando la abuela un animal para comer un paté de pollo con panes y empanadas, recuerdos que esa mesa rectangular que por años prevalece allí toda vieja y con la mica que no fue cambiada nunca hace que se vea más atractiva, al parecer todo estaba casi nuevo para esta generación pero muy antigua para la generación que venía la madre joven de Lucas. Echaron a llorar por todo lo que embargaba la extrañez de la señora al igual que ver a su hija después de tiempo, desde que salió de casa cuando era soltera, su padre se dedicaba al campo y la madre a su casa y al bio huerto que tenía en el patio lateral de la cocina y al fondo era el criadero de animales domésticos para su alimentación, el campo hacia y olía bien para ellos, era el mundo que no quería salir aquella madre, en la provincia solo vivan los padres de ella, y su hermano menor con su familia constituida pero a lado de su herencia que les pertenecía. La algarabía se formaba cuando tenían alguna visita de la capital y mucho más cuando se trataba de un hijo de la pareja anciana.

Lucas, se dedicaba a jugar con los insectos del huerto, explorando por todo lo alto en su júbilo de algarabía en cuanto a la vegetación, le atraía mucho lo verde y colorido de sus flores que poseía su abuela, los animales los alimentaba y los acariciaba tanto a los conejos como a los cuyes pero estos últimos siempre se le escabuyan, tenían miedo de poder ser maltratados, Lucas poseía una intuición que nadie podía creerlo, siempre andaba en silencio, casi no hablaba tan solo para pedir lo necesario, así vivió su primer encuentro con la tierra de su madre y próximamente la haría suya por mucho tiempo.

Fernandito y Lucas crecieron en medio de muchas cosas peculiares de su vida, encerrados en medio de una gran burbuja dentro de la cual estaba lo conservador y lo moral de su familia, tuvieron dos principales motivos por siempre viajar y reencontrarse poco a poco con el que alguna vez fue su tierra en un primer contacto con ella, Lucas por su parte amena cambio tan solo un poco, sin embargo supo mantenerse ese espíritu conocedor y nómade que la madre había contagiado en él, su gran fuerza y motivo era salir adelante, mientras que Fernandito lo seguía como modelo, se enteraba de su primer viaje a la tierra de sus padres y que cuando era pequeño era muy quejón y llorón, al punto que se echaron a reír ambos, en una conversación de hermanos en medio de la mesa del salón de su casa en la capital, se contaban cuánto tiempo hacía que no iban al encanto de sus abuelos que habían construidos, aquel castillo enorme de veintiún piezas que poseía la casa colonial, sin contar con los huertos y plantaciones, las vacaciones que no iban por que estaba estudiando y los padres trabajando y por temor nunca los mandaban solos ni mucho menos con los primos y tíos. Era unas vacaciones solas en la ciudad ya que el resto, de premio les regalaba el viaje para ir al campo. Solo nos quedaba un placer de estar juntos en cas ay disfrutar de las vacaciones de la escuela cada año hasta poder estar crecido y que viajaremos solos sin que mi madre nos reprima en ese placer.

Fernando creció y se graduó, estudia comunicaciones, se convirtió en el citadino y capitalista por todo su entera personalidad, no dejando la ciudad por mucho tiempo cada vez que el trabajo le permitía enviarlo de supervisión al interior en su actual trabajo, por el otro lado Lucas viajaba como el terrible empedernido para poder saborear aquellos deseos que le costaba sesear cuando era más infante y/o adolescente, por no poseer tiempo, dinero y confianza de su madre. Siempre tenía un motivo perfecto cada año en sus vacaciones de la escuela o del trabajo para poder satisfacer su necesidad, mientras que él lo hacía como parte íntima y solemne de su vida, Fernandito era un chico más alternativo y muy presuntuoso por ser parte de la capital.

Lucas siempre tenía muy interno su deseo de querer vivir en la tierra que su abuela le prometió que sería de él si lo quisiera, por ser uno de sus nietos preferidos, ya que la casa no le faltaría, el abuelo es un cascarrabias muy solitario con su trabajo y su alma, orgulloso e imperante en los territorios que poseía autoridad, nadie lo saca de allí en mucho tiempo o solo muerto pese a que no había nacido en esa provincia, pero la adopto hasta hacerla suya acostumbrándose a la cultura e idiosincrasia.

Lucas viajo después de tener veinte años y mudarse solo para reconocer lo que tanto ansiaba, recordar aquellos domingos que todo el mundo se paraba en la plaza, entraba a misa y luego se disipaban para irse a las fiestas que tenía el pueblo, quería hacerla suya a como diera lugar, trato de aprender el acento que los identificaba, el modo de comportarse con la confianza que desbordaron y las palabras coloquiales que había oído desde siempre de la boca de su madre, ahora tenía un significado peculiar de la cual se daba cuenta que podía hacerla suya.

Recuerdo cuando era pequeño y veía a mi abuela cocinar en las ollas de barro llenas de hollín en leña apunto de matar a un animal para el exquisito almuerzo, me sentía muy lleno de dicha, la tradición de una casa de campo y de una vida familiar súper sana era lo más delicioso, la extraño mucho porque ya no está pero me llena los ojos de lágrimas con la canción que nunca se me fue en el día de su entierro, PARA DECIR ADIOS, de Jose Feliciano, creo que siempre la recordaré como parte de mi infancia, me abandono muy joven y yo aún era un niño… te extraño yaya.

Lucas tenía una inocencia que lo invadía por la edad que poseía era para estar más adelantado en cuanto a la cultura urbana contemporánea, pero no era así por sus propios motivos, siempre guardaba un silencio que no daba crédito a cualquiera para que lo adivinara, fue atendido de extraño, raro, y muy aislado, al punto que nadie quería juntarse con el tan fácilmente, siempre lo dejaban de lado por no ser alguien a la moda o estar a la vanguardia de las palabras actos y códigos de todo chico de su edad, nunca le importo solo se dedicó mucho a experimentar sus pensamientos y fundirse en ellos, quería levitar pero le parecía muy complicado, trabajo su mente por muchas horas obteniendo solo la ley espiritual de no Prejuzgar y estar en silencio lo más que se pueda, era su forma de equilibrarse. “El hombre el mayor depredador de su propia vida”.

Lucas es un roble en su personalidad y de alma muy porcelanada, a punto que su sensibilidad siempre es una amenaza constante de no poder llevar a cabo lo que siempre se propuso, conquistar al mundo y hacerse notar de una forma muy mesurada; el amor por sí mismo empezaba a dar marcha y no tenía mucho que cometer para sentirse experimentado. Dejaba tener espejos con las vidas de sus amigos muy cercanos y primos, pero no era suya y no quería que fuera suya jamás, no podía creer que era adulto y que el mundo lo tenía justamente allí a sus pies, sentía que a todo tenía que pedir permiso, no hacer nada sin tener la aprobación de su madre, su única mentora, era un cosa de desprendimiento reprimido, limitado para lo hermoso que le esperaba, al parecer tiene la intimidad de convivir con sus padres mientras estos vivieran, hasta que le toco salir y hacerse el hombre que tenía que ser…

Hoy me siento en la razón y capacidad de valerme por mí mismo, tengo las mejores cosas que podía tener, los materiales y dinero que se me ocurría a puro esfuerzo, la experiencia de estar vivido; regreso a mi país, con la cabeza en alto y no moverme nunca más, no extrañaba mi casa sino mi hogar, mis padres, mi hermano era todo mi familia y completaba mi corazón, empezaba una nueva vida en la ciudad de lima, todo había cambiado después de mucho tiempo se encontraba más ordenado, más moderno y se convirtió en una metrópolis de las mejores ciudades latinoamericanas, el país tenía mejores inversiones, y muchos inversionistas extranjeros, las tasas y aranceles empezaron a bajar para la misma importación y exportación, los agricultores ya eran patrocinados para sacar su producto en el mercado competitivo, y todo se denotaba mucho más agradable aunque un poco la idiosincrasia no había cambiado pero si un poco más toleraba las personas a ciertas divisiones sociales. Me sentía enamorado de Perú nuevamente, pese a que Salí desde muy chico, ahora tengo ya 35 años y siento que la vida me ha tratado de muchas maneras en diferentes tierras y gente, pero todo ello solo era un valor agregado porque mi esencia estaba allí en su lugar, ser un peruano neto y formar la blanquirrojo en mi pecho era más que una satisfacción.

Lucas sentía que su vida continuaba avanzando hasta…

Un día conoció a muchos personajes porque era parte de su vida rutinaria, la vida e inclusión social, no quería ser una isla, toda su vida adolescente lo fue, ahora que tenía aires de superación y una mente muy abierta a los nuevos propósitos que le deparaba siempre dijo sí, y experimento en el amor, amistades y aspectos profesionales, se sentía completo. Conoció a un amigo que llevaba por nombre Ismael, de la cual salieron con amigas y se llevaron un tesoro preciado el enamorarse en conjunto de las dos chicas que trataban; a Ismael lo conoció en un coctail de una empresa que anunciaba su apertura y Lucas fue en compañía de su amiga patricia, esta a su vez le presento a Ismael, y en el pasar del cocktail conoció en la barra a una chica hermosa que se llamaba Luana, pertenecía a una empresa de familia de importación de maquinarias pesadas, era acomodada y de un buen aspecto, pasaron los cuatro en el cocktail compartiendo lo que mejor sabía hacer, contar y dialogar sus experiencias vividas de superación en Europa, no le era ajeno a Luana por que se había recorrido casi medio planeta, solo se dejaba por enterar lo que podía salir de sus hermosos labios, después que Lucas sentía una terrible atracción por ella, Ismael termino por fijarse en patricia como más que amigos, al parecer las copas surgieron efectos, comenzaron a bailar y contarse algo más que un viaje, teniéndose frente a frente, a Lucas la excitación de tenerla cerca era más que suficiente, pero tenía que limitar sus emociones, y actuar de forma educada y elegante.

La noche fluía de la manera más interesante al punto que no quería que se terminase, eran los cuatro amigos no tan enfáticos en la amistad y menos concurridos pero se encontraron con algo más que una emoción, el amor a puertas, se dieron sus respectivas tarjetas, y se fueron cada quien a casa, dejando a Luana en el mismo coctail porque tenía chofer para su regreso, salió con la algarabía que desbordaba una sonrisa de esquina a esquina en Lucas. Ya en el auto camino a casa se despidió de patricia y de Ismael, necesitaban tiempo para estar solos y solo atino a sonreírles y bajarse del coche como correspondía.

La interminable satisfacción de su ser, y el encuentro con la otra parte de su vida se estaba aproximando al punto que podría tenerlo todo, es como si sintiera que ella es, la mujer para su casa, la madre de sus hijos, y la amante que podría canjear las emociones y la dulzura por el placer, pero sacar esas conclusiones es muy prematuro, uno nunca sabe quién se encuentra con cara de borrego, él estaba feliz y no quería pensar en lo contrario a su sentir. Le costó dormir, recordaba cada paso que fue esa noche, desde como la conoció hasta como bailaban mirándose a los ojos de una forma incandescente, --Lucas había tenido una que otra novia en Europa pero nunca encontró lo que ahora estaba sintiendo en primera instancia— diría que se enamoró a primera vista.

Tenía la costumbre de estar a lado de la ventana en cualquier guarida que estuviese, y con la luz apagada y la ráfaga de luz que entraba por una rendija de su ventana era más que su esplendor, no necesitaba luz para ver, ni para sentir porque lo que quiera era encontrarse en mitad de la nada que tuviera vida, solo caminar y alcanzar lo que su mente le tenía como meta; se quedó perplejo en ello y comenzó a meditar hasta quedarse dormido.

Pasaron una semana y media y no tenía noticia de Luana, -- la chica del cocktail- sentía mucha nostalgia, no sabía dónde vivía solo en la tarjeta estaba su nombre y el móvil, de la cual nunca contesto, dejó de insistir, habló con su amiga Patricia sobre lo acontecido dándole paz y calma, ella estaba saliendo con Ismael, su noche salió más que perfecta, sin embargo no podía alardear de ello frente a Lucas, estaba con los sueños destruidos. Termino por llorar como un niño cual había perdido un juguete, fue consolado pero la rabia no lo abandonaba, se quedó a dormir en casa de patricia y su vida continuaba…

La vida laboral que empezaba era muy gratificante pero ardua a la vez, traía consigo muchos conocimientos segmentados en Europa y los aplicaba en el mercado nacional, referente a la economía, tenía un buen puesto y una mejor paga, eso le permitiría tener una vida bohemia y pagar sus necesidades y lujos. Sentía un vacío que nadie lo curaba y hasta resentido en ese momento por todo lo que encontró pero no pudo retener a su lado, quiso tener un hijo y no pudo porque su estabilidad en su hábitat era incierta, regreso a su país de origen para ser alguien más que un mortal común y cualquiera. Se dedicó en sus ratos libre a caminar y caminar sin rumbo con la música en los oídos y su pensar solo estaba metido en sus prioridades actuales, sentía mucho más que una necesidad que satisfacer pero quería saber cuál era y no perder más el tiempo, la edad le estaba cobrando factura y es que treinta y cinco no es edad para andar divagando por algunos lugares y menos en tu vida profesional, (tenía una inquietud de no tomar bien una senda correcta), la tenía clara pero no sabía que elegir y embarcarse en ese viaje aventurero de ser lo que te nace ser y hacer lo que deberías construir para poder darte una vejez súper tranquila y equilibrada, lo atemorizaba todo lo que antes no era en demasía, los filtros de sus amigos y familiares no le ayudaba a escoger que era lo que podría salir bien, casarse tener hijos o quedarse solo y seguir caminando hasta hacerse cenizas.

La madre siempre le aconsejo que su camino era algo seguro que no importara que fuera solo tenía que tomarlo y encaminarse a ello que la meta estaba a la vuelta dela esquina en lo menos pensado, para él no era así, la lucha era su motivación, las cosas fáciles no le atraía mucho al parecer, pidió opiniones indirectas a la salidas con los colegas y primos, pero no lo llenaban aquellas respuestas que estaba buscando. Tomo una decisión urgente y de fuerza, necesitaba tiempo para consigo, pidió permiso a su trabajo y se dedicó a estar con el mismo, viajo a la finca de sus abuelos, a la tierra que jamás podría olvidar, sus calles, etc.

Fue que bajando del bus me sentí tan lleno de estar en una tierra que después de mucho tiempo podría volver, con una apariencia muy distinta, de por si los pobladores conocen a su gente y al ver pasar a un turista nuevo se asombraban, con unas gafas oscuras y caminando desde la terminal por el colegio santa lucia, hasta la plaza y llegar más próximo a la iglesia Santa Lucía, era una especie de agradecimiento por llegar bien y por añoranza, -- aunque lo último era lo más exacto – tomo algunas fotografías, el calor azotaba en plena calle, con mochila en la espalda, los vecinos de la zona se extrañaban, no era costumbre que circulasen turistas, esa era mi entender, pero fui con lo necesario apartándome del móvil, y con la vaga ilusión de estar conmigo mismo y recobrar el sentido de mi vida. Mire a todos lados, llegue a la esquina por el banco de la nación y seguí recto por la calle Grau que era la que no olvidaba nunca, seguí directo hasta dar con el óvalo y virar a la izquierda y tocar aquella puerta amarillenta con las iniciales de mis abuelos, era como una bienvenida no anunciada, se me lleno el pecho de mucha ilusión, sé que no encontraría a mis abuelos porque ya murieron, pero si mis tíos y primos pequeños de última generación, me dieron abrazos y mimos y entre aquel lugar, deje todo a su paso hasta instalarme y comer algo por el desayuno…

Lucas llevo consigo al único amigo que tenía: su ordenador, escribir sus meditaciones y estar fuera de contacto con todo el mundo era lo que más le agradaba, decidió caminar por algunas rutas, paseando y reconociendo nuevamente las avenidas principales, como la alameda, ir al cementerio que esta al final de la misma avenida con la iglesia de san judas Tadeo a una mitad de cuadra en la parte derecha, el cruce de la acequia que estaba paralela a la ciudad, con aguas impecables y sus distintos pececillos en él, las carretillas de vendedores de algodón y manzanas dulces, el membrillo que era una delicia en esa especie de cajita redonda de madera, donde se guiaba por un sabor espectacular, los alfeñiques y el rico king kong de la zona, era un manjar, recordar era volver a vivir esos viejos momentos en que sus yayos estaban con vida, se le caían las lágrimas cada vez que relampagueante pasaban por su mente. Siguió caminando hasta luego ir por la otra avenida y dar paso al centro de la plaza; por horas estuvo divagando por las zonas de esa bella provincia, paseo por el mercado aunque era algo tarde ya o estaba abierto, dio por el colegio PeruBirf, paso por un parque abandonado en parte pomposo, del distrito de pueblo nuevo, donde la gente era más precaria, lo que se apreciaba era la magnificencia de su idiosincrasia. Lucas trato de estar muy humilde y poco arreglado vivir lo que él quería en ese momento. Prosiguió por seguir caminando toda la tarde dando la hora de entrar a misa en aquella iglesia que faltaba pintar y algo arruinada por el pasar de los años, la famosa Santa Lucia.

La fe que profesaba era muy escasa, no tenía mucho sentido estar en misa, pero quería formar parte de su recaudación del equilibrio, no tan solo en aislarse, sino que debía estar en paz con sus semejantes y pedir perdón por sus pecados; en su estadía por Europa casi nunca se acordó de Dios, y menos visitó una mezquita o algo parecido para orar, hizo lo que tenía que hacer en aquel lugar y salió con la cara mojada del agua bendita que está casi en la puerta al despedirse de ella. Ya rezaba por las noches en su semana de estadía en aquel lugar, una especie de casa de retiro. Por las noches salía a sentarse un momento por el ovalito del Museo de arte y cultura de la ciudad, pasaba casi por más de una hora, para sentir y pensar que era para lo que había llegado, se marchó caminando por dar una vuelta por la plaza ver las caras de las personas, de los señores de edad parados en una banca conversando, mientras los demás caminaban a su paso, observado las bicicletas tiradas a la orilla de la acera que rodea el parque, fue por la tienda que está a lado de la municipalidad y compró una bebida y luego se sentó en unas de las banquillas, a tan solo ver a su alrededor sin poder decir palabra alguna, estaba encontrándose a sí mismo.

Al día siguiente, se dirigió a la ciudad para comprar algunas cosas en el súper mercado, luego volvía a estar en su claustro, en el camino al pueblo, se encontró con un muchacho de la cual en un principio desconfió, por sugerirle que guardase su morral, que no era de la zona y que sería presa fácil para ser asaltado en cualquier ruta, no se creyó casi nada pero tomo sus precauciones, le sonrió y le agradeció el mensaje, cogió las bolsas y se bajó del colectivo, dejándolo en un brazo lateral de la misma plaza, caminó hasta su casa de retiro como él creía que era, adopto esa posición de estar en medio de ella, compartir su soledad para ser equilibrada de una manera que lo haga feliz, al punto de regresar más restaurado y nuevo a su ciudad habitual, lima.

Término por guardar todo en el dispensador de la cocina abandonada, y sacar la botella de vino y servirse una copa para tumbarse en la perezosa en medio de la sala con el techo alto cerca al jardín, sin música ni nadie que lo viera, estaba dispuesto a seguir con su meditación y potencialidad pura de pensar sin decir palabra alguna y no prejuzgar por cualquier de sus pensamientos que se le acercara, terminó su copa de vino hasta la botella entera con la canción que le acechaba en la cabeza, que una vez decía, cuando pienso en ti, recuerdo aquella noche que… (José Feliciano) se prestaba para la ocasión, hasta escuchar a Roberto Carlos como parte de un pasado que nunca fue de Lucas, por ser un poco más joven que las generaciones de su madre y abuelos.

Eran las seis de la tarde, decidió salir a por respirar y ver que sucedía en la noche consigo, que clima podía arrojar a sus ms adentros, sin destino definido, camino por las diferentes calles, dando paso a su conocimiento por el hospital, el colegio santa lucia, y lo que las agencias de viajes estaban a su paso despidiéndose de la tierra, y los familiares con lágrimas en los ojos y sus manos moviéndose formaban un adiós que no se veía venir, atino por mirar y se alejó poco a poco, ya en su caminar cogió una moto de esas tipo taxi que te puedes acercar hacia donde quieras. Fue así que llego nuevamente a la plaza y terminó por sentarse en medio de la pileta, paso una media hora para encontrar a un chico que se asomaba a su paso y quien esperaba a su pareja o amigos, sus miradas se cruzaron y paso a escuchar un hola por detrás de sus orejas, pensó que era alguna persona que lo saludaba, pero al ver que no había nadie solo el chico a su lado de la pileta, se dio cuenta que era con él, se sorprendió, le respondió otro hola claramente, le dio su nombre, se llamaba Goyo, o así le decían, para lo que Lucas responde con el suyo, se estrecharon la mano y se posaron a conversar por un momento diciéndose:

- Tú no eres de aquí verdad?

- No, soy de lima, y vine porque necesitaba estar solo.

- Hace cuánto tiempo estás aquí en este pueblo?

- No mucho recién dos días, pero me voy dentro de cinco.

- Y tú? Donde vives Goyo?

- Por la alameda, conoces?

- Sí, es bonito el paso, algo tranquilo y muy de pueblo.

- Qué bueno que te haya gustado, y estás solo?

- Relativamente solo, tengo dos tíos pero ellos tiene su familia, solo vine a internarme en la casa de mis abuelos y a estar solo. –respondió Lucas-

- A quien esperas Goyo?

- A una amigo, pero parece que no vendrá. Y tú?

- Risas, a nadie, estoy solo recuerdas, risas.

- Si no viene mi amigo, quieres ir a caminar y así te enseño la ciudad?

- Hombre claro, me gustaría en estos momentos tener a un amigo por un momento, espero que no incomode y aproveche tu solidaridad con este indigente. Risas de Goyo.

- No te preocupes, solo esperemos unos diez minutos y vamos, --respondió el—

Continuaron conversando por esos largos diez minutos, contando más por su parte que por la de Lucas, es muy desconfiado para soltar sus intimidades o lo que es peor su terrible vida metódica de la ciudad. Contaba las mitológicas historias del pueblito, y de lo que los chicos hoy en día se divierten, sobre las discos actuales de moda, y lo que habitualmente hacían, Lucas comparaba generaciones lo que su madre le había contado a lo que ahora es, alguna cosas si persisten pero otras que no. Fueron caminando por unas laterales de la plaza hacia la alameda, aunque Lucas ya conocía como la palma de su mano el boulevard o especie de, pero no sabía las historias y que era lo que se exponía en ella, al final solo marcaba la fachada del cementerio, donde sus abuelos descansaban en paz. No hablo nada del tema solo reflexionaba en su parte interna, prestaba atención a la explicación de la iglesia y de lo que se exhibía, dejaba que el guía sirviese de su experiencia para que fluyera, lo disfrutaba mucho, Goyo no terminaba de llegar a los veinticinco años, pero era todo un pueblerino con el acento marcada y la humildad y sencillez que lo caracterizaba, nunca pensó que terminaría ganándose un amigo en la noche, gozo enormemente su paseo por casi dos horas por alguna que otra callecita por allí, y terminó acompañado hasta su casa, se sentía muy querido por un desconocido…

Dentro de su habitación comenzó a orar y agradecer por aquella noche y aquel amigo que lo deponía en su camino, cogió el diario y escribió lo que había transcurrido hasta el momento, no intercambio nada con el muchacho porque no llevaba el móvil consigo, estaba en su época de soledad perfecta, y no quería que se estropeara sin más ni más.

En su paso por el mercadito a comer un potaje de carretilla, algo que no se le antojaba experimentar en ninguna ciudad de Europa y menos de lima, allí lo hacía con tanto placer, se pidió una tortita de maíz con ceviche y una papa rellena que en todo le costó una moneda de dos colores, comprar unas cosillas más y se marchó a casa; como amaba caminar mirando al suelo y ver lo precario que estaban sus aceras pero las paredes de las casas era de nunca olvidar, el olor a leña y campo era de lo mejor que acompañaba al pueblo, sentía que no quería irse jamás, estaba consciente de que no era su ciudad, es más nunca tuvo una, que la hiciera suya, como a esa, llegar a la tierra de su madre con tanta añoranza era de nunca acabar. Llegando se sirvió un platillo de arvejas y a descansar un poco después del almuerzo.

Salió al huerto abandonado que estaba en la parte posterior de la casa, ya no había el que su abuela cuidaba con muchas ganas, después que fallecieron ya nada era lo mismo, solo quedaba viejas paredes de la casa y un eco interminable cuando quería hablar con el espejo, las luces pálida y las puertas algo apolilladas y ni hablar de los techos que eran de quincha, especie de carrizo y barro, selladas con yeso para asfaltarlas y quedan bonitas, como un castillo que nunca hubiese sido iluminado, pero de pronto no era así, las lluvias en épocas de invierno maltrataban mucho al pueblo.

Los días se terminarán tan fácilmente, la dicha ya comenzaba a invadirlo por lo que había conseguido en su estadía allí, empezó a tomar fotos por todas partes como si nunca volviese, grabarla en su mente cada rincón de aquel castillo de veintiún piezas era demasiado, pero lo lograba con mucha comodidad, nostalgia por que tenía que volver a su ciudad habitual, y todo lo que tenía que gastar en energías por llenarse de vigor en el pueblo. Lucas nunca dejó de poder agradecer que existiera un pedacito de tierra en medio de tanta agua para así nunca perdiese contacto con ella por más lejos que se encuentre, siempre se retorna a casa decía en sus adentros.

No soltó la cámara por ningún lado y se dio marcha hacia todo el pueblo y tomar así las últimas imágenes por que el día siguiente tenía que retornar, contaba los minutos horas para que pase todo rápido, odiaba de por si las despedidas de cualquier lugar que se haya encontrado. Era hora de despedirse, arreglar las cosas para el día siguiente embarcarse por la tarde y ser parte del público que se despide sin alguna persona que le retribuyese el despido.

Es día de partir y momentos de recoger y anotar a lo más mínimo, no podía irse sin dejar el agradecimiento que correspondía, su mente fluía y pensaba que era la huella que podía dejarle a esa tierra que ha dado mucho por él. Lucas continuo pensando hasta brotar esas grandes palabras que traía consigo y dejarlas plasmadas en un pedazo de papel que arrancó de su diario de viajero colocando:


Tierra de doble encanto , doble credo, doble raíz, doble pasado, con un solo significado que diste a mi vida, el amor por tu tierra, tu campo, tu gente, tu acento, tus infinitas posibilidades de pasarlo de la mejor manera, lo amable que eres y lo bondadosa que te muestras a un desconocido, me hubiese encantado haber nacido en este clima, este lugar majestuoso, humilde y muy sencillo, pero dios no nos dice cuando vamos a venir a este mundo ni cuándo vamos a morir, solo nos toca dónde estamos y aprender a conquistar el mundo con nuestras luchas frecuentes y derribando nuestros temores, te echaré de menos, no sabes cuánto, dejo mi corazón, mis recuerdos, y aunque hayan sido una semana de estadía, siempre te tuve en mis mejores prioridades para venir no solo de paseo sino para recogerme y regocijarme en tus blancas sábanas, tus abrazos que me dicen y llenan de energía para seguir peleando por lo que es mío, el mundo que me espera en mi ciudad habitual, nunca te olvidare, querida tierra de la doble fe, fe, Ferreñafe.

Tu hijo, Lucas.

La separación no siempre puede ser una catástrofe, cuando se tiene en mente que algo cambiara, para bien o mal siempre se tiene la esperanza de lograr un mejor paseo por la mejor avenida de tu vida, la experiencia. Muchas veces miramos con malos ojos los cambios que se avecinan o lo que es peor las indirectas de las personas a tu alrededor, pero que eso no te detenga porque nos hace grande y cada vez que avanzamos siempre nos deja algo de huella para volver a seguir caminando y luchando por nuestros ideales.


La soledad es bienvenida y mucho mejor cuando surge una mejor consecuencia, que no nos de miedo experimentarla porque de ella sacaremos mucho, más de lo que uno se puede imaginar en detenerse y pensar en tu vida que es lo que se está haciendo, como Lucas siempre quiso ser y hacer pero nunca se había detenido a empezar un tiempo a la meditación y la potencialidad pura. Recuerda que es tiempo de romper, tiempo de coser….


*Ferreñafe: tierra de la doble fue ciudad inspiradora para la historia real de Lucas.


A mi nuevo amigo con todo el

cariño del mundo se creó este

ensayo pensando en su persona

y ciudad.

Gustavo.


-Olav A.-

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