top of page

CARACOL… CARACOLITO INSOLITO.



       En el paseo, Marlon le preguntaba por su día, con todo lo transcurrido; no quería que le omitiera nada. Con una sonrisa en los labios y los cabellos que le volaban por el fuerte viento que pasaba por las calles, y carita angelical quería manipular la conversación para saber todo de ella. Marcia se mostró algo escéptica en cuanto a ese “todo” que él quería saber, se ahorró mucho de lo vivido hoy, pero terminó por comentarle su vida metódica y rutinaria de siempre.


Caminaron por una media hora, él se viró y la tomó nuevamente de la cintura arrinconándola en un poste de luz que había en el camino, ella quería alejarlo, pero más fácil le fue treparse de su cuello. Sus alientos limpios y frescos se olían, mientras que se miraron a los ojos, ella lo besó desenfrenadamente, cogiéndole el rostro guiándolo para que no perdiera el paso ni el ritmo de sus labios, ella no lo soltaba, estaba convencida que era lo que le había pedido sus deseos; descansaron por un segundo sin soltarse y Marlon empezó con un wow!, (que fue eso amor, estas hecha una fiera, es como si te hubiese dado un huracán corporal). Marcia le puso el dedo que hacia una cruz con sus labios para que ya no hablase y prosiguió nuevamente a besarlo, muy suavemente, mientras que sus pelvis estaban juntas. Marcia en su interior sintió una ternura, una nostalgia de querer hacerlo y lo hizo; Marlon estaba muy apasionado que de costumbre al grado que su entrepierna lo delataba, Marcia ya había sentido su bulto masculino entre sus faldas, --ya que su interior deseaba tocarlo y sentir como se iba produciendo la erección en esos instantes--pero no dijo nada, a pesar, de que ella continuaba entretenida besando los labios carnosos de Marlon.


Se detuvo para respirar después de humectar sus labios con los de Marlon, Marlon quería disimular su excitación, sentándose muy despacio en la banqueta de al lado del poste, pero Marcia lo delataba con su sonrisa nerviosa; jugueteaban y él la agarró para abrazarla y caminar así hasta que se le pasara la erección en sus pantalones utilizándola de escudo, ella caminaba lentamente disimulados ya que venía otra pareja a su lado, siguieron de frente y fueron hasta regresar donde habían aparcado el auto. Ya en el (auto) fuera en la puerta se dieron un beso de despedida, pero Marcia se le trepo como un chimpancé en zoológico, no lo soltaba para nada; los cuerpos se vincularon nuevamente. Pelvis con pelvis al igual que los autos que estaban con otros a pie del parque algo retirado del edificio de Marcia, se subieron en él y literalmente los cuerpos dieron el mejor baile entre dos personas que gustan y se asemejan en querer dar rienda suelta al amor –o al menos eso demostraba su relación a lo lejos--. Sin hacer mucho ruido, y sin tantos movimientos cubrieron el cristal frontal con un escaparate animado y en los asientos posteriores devoraron sus cuerpos, penetrándose; Marcia se quitó muy levemente el buzo de andar en casa y Marlon de igual manera tapado con una camiseta deportiva, dejo que Marcia se sentara en su entrepierna y diera ritmo a moverse, estaba muy decidida a lo que hacía, al punto que Marlon no la limitó a nada solo a que el perdiera la mirada entre sus pechos y su placer sintiendo Marlon el fuego de la excitación en su pelvis, que le producía en esos instantes el interior húmedo de Marcia y ella a su vez con besos y caricias, inclusive, al miembro viril de Marlon, poco a poco se iba profundizando en él más y más, dando ritmo a sus cuerpos hasta llegar al clímax.


Después de algunos quince minutos sin más vergüenza de la que habían perdido, salieron y se colocaron las poleras cada quien y se sonrieron sin decirse nada y con la sonrisa nerviosa se besaron hasta marcharse a la portería de su edificio para subir a su casa. Marlon no le quitaba la mirada de las espaldas de su novia, se sentía ganador por esa noche loca y llena de orgasmo. Se subió a su auto, bajo los cristales para que se ventilara el vehículo y dio un retroceso para terminar por irse del estacionamiento.


Marcia subió y abrió la puerta, pero su madre la recibió con cara algo enojada, le reclamó por la hora de la noche y la mando a dormir. Ella (Marcia) se dirigió sin decir palabra alguna y se encerró en su cuarto.

No se reconocía de toda la adrenalina que había terminado de vivir. Marlon le ponía demasiado cuando lo tenía cerca, --ese cuerpo atlético, alto de más de un metro ochenta y con los cabellos largos castaños tipo dorados y con la piel blanca bronceada pero su abdomen era lo que más la alocaba hasta descontrolarse, pareciera un chico modelo de Calvin Klein--, pese a sus fantasmas que le acosaban dejó a un lado y obedecía a su excitación, estaba siendo muy antojadiza del sexo constantemente pero no pretendía convertirse en una ninfómana pero tampoco privarse cuando tuviese la oportunidad y el deseo lujurioso para descarrilar su sexo.


Se desvistió nuevamente y se metió a la ducha para sacarse todo el olor de Marlon, el sexo lleno de sudoración y de sus fluidos que solo la penetración sabia de lo que se hablaba.



Muy temprano Marcia se levantaba de la cama como era costumbre para irse a estudiar y continuar con sus labores matutinas.


En la facultad sentía que llevaba una vida seudo complementaria, algo que lo hacía para satisfacer las frustraciones de su madre; pese a que lo haya tenido todo por pertenecer a una vida social activa, con el circulo beat de Lima, nunca (ella) sentía que pertenecía a ese mundo. La formación de su madre para con ella y su hermano siempre fueron muy abismales con gran diferenciación de hábitos y costumbres.

Ella era la clásica niña de rizos de oro, postulantes a todos los castings de publicidad según su edad. La niña de porcelana que era criada para los spots publicitarios o en las portadas de las revistas locales.


En su silla atenta a su concentración con la mirada perdida, hacía acto de presencia a las clases de sus más aburridos profesores, hasta el sonar de la campana para marcharse a lo único que la motivaba. El voleibol.

Ya en las canchas del coliseo donde entrenaba, se topó con sus dos mejores colegas, se saludaron y le dieron la noticia que la “nueva” estaría en la selección del equipo como titular. Marcia perpleja y poco crédula ignoró el comentario, abrazo a sus amigas y se fueron a los camerinos a cambiarse. Por su lado estaba Claudia sentada en las bancas cerca de su locker, amenamente se explayaba con una chica que al igual que ella no era muy sociable; Marcia las miro a lo lejos y se metió con todo y maletín al baño de junto para encerrarse y convertirse en el cuerpo masculino atleta sin incomodidades delanteras, se ató el cabello, untó todo en su maleta y salió después de un lapso a la cancha. El silbato de los entrenadores sonó para llamar a todas al campo y reunirse por un momento. Atendieron a las indicaciones como una media hora y después de este esfuerzo en lo que va de la semana para seleccionar a los titulares para el partido del domingo con otro club deportivo. Se miraron todas de reojo, buscando a los mejores potenciales para ese día y las incógnitas se aparecían en forma de nube sobre sus cabezas con una enorme interrogante. Se levantaron del piso, unieron sus manos y a la voz de una gritaron el nombre del club.


Sacaron los balones del cesto y en parejas --de extremo a extremo-- comenzaron a volear para endurecer los dedos, mientras que el principal técnico llamó a Marcia a un lado de la cancha y caminaron en forma lineal por todo el contorno pidiendo sus comentarios con respecto a las chicas. Marcia muy poco impresionable, incrédula e imparcial, tomó sus ideas y se las guardó en el fondo dejándole la responsabilidad absoluta de la selección a manos de él (…).


Marcia entró en la cancha y empezó a calentar. Primero corriendo por el borde de esta cancha unas veinte vueltas, con los auriculares en los oídos sola, luego continuaría con las planchas para reforzar los hombros y los brazos y terminar por los abdominales, --aunque la tenia de infarto, duro y plano--, deseaba estar muy lisa esperando marcar bien los “cocos”. Cogió el balón mientras que las demás hacían otro tipo de entrenamiento, voleó hasta que los dedos se endurecieran, quitarse el frio y llegar a estar agilita como siempre lo conseguía. De reojo veía a lo lejos a la morena alta, sin que se diese cuenta, le hacía ver que ella estaba presente. Se enfrentaron en los saques de servicio una al extremo de la otra, con golpes hacia la pelota de mil formas, aumentando su potencia, marcando el punto donde se encontraba el rival. Con saltos, los servicios se ponían más potentes y duros de recepcionar. Sólo eran saques, pasándose los balones de extremo hasta que Marcia en uno de los tantos y casi al final de su entrenamiento, salto con todas sus ganas, elevándose a tres metros; sacó tan fuerte que miró hacia ella (Claudia) para dejarla boquiabierta, pero esta estaba atenta, reaccionó tan de inmediato que estiró los brazos corriendo hacia la recepción de ese servicio y lo contestó, dejándola impresionada de su velocidad, reacción y fuerza; Marcia la quedó viendo con cierta ira, más que de sorpresa. Era un reto. La estaba retando ser mejor (Claudia) que ella. Aunque su intención pudiera ser otra –la de aproximársele a Marcia y tenerla como amiga--. Marcia no se le asomo ni ápice de aquella idea. Cruzó la malla en mitad del campo y cogió el balón, aquel balón que Claudia había recepcionado. Se colocó al extremo en posición de saque y nuevamente salto tan alto con la intención de que se percatara claramente su rival, que con ella no se metiera. Esta vez Claudia la dejó sola y no respondió a su provocación.


Pasando las horas, el balón estaba en juego y los posibles dos equipos se disputaban una posición en el que sería el domingo, torneo-campeonato entre clubes; quiénes serían titulares y suplentes. El técnico del equipo se desconcentró de muchas maneras, poniendo a las chicas que más destacaban en posiciones re contra competitivas, como: opuesto, ataque, central, armadora, y zaguero. De las 17 jugadoras de todo el club, se sabía claramente quienes eran las 10 mejores, pero entre ellas escoger las titulares y suplentes sería una difícil decisión para el entrenador.


Todas con balón en juego se disputaban su participación del domingo. Marcia, Claudia y demás se reventaban las manos, muñecas y dedos sirviendo más que la fuerza –la estrategia—la que las colocara entre las seis primeras. Cansadas terminaron los cuarenta minutos de partido a todo por el todo. El pito del entrenador y árbitro ponía final al juego. Se reunieron unos minutos en mitad de la cancha para las últimas recomendaciones u observaciones para que se retiraran a ducharse y directo a casa. En el coliseo a altas horas estaban solo las veintitrés personas de la delegación, entre jugadores y entrenadores y asistentes. Todas las chicas se fueron hacia los vestidores, Marcia se quedaba ayudando a sus entrenadores a guardar la red y las pelotas y así poder esperar a que terminaran las chicas de ducharse para ella ir y estar tranquila sola bajo el grifo…


Eran más de las nueve de la noche, y los del cuerpo técnico se habían marchado, como muchas de las chicas, quedando una que otra por allí arreglándose lista para salir.


Marcia recogía sus cosas del locker y su maletín del suelo dirigiéndose hacia las duchas. Mirando que nadie se encontrara; en efecto, no había nadie. Se desvistió y se arrinconó al fondo para empezar a enjuagarse y quitarse lo sudoroso, luego untarse el champú y quedar sedosa de los cabellos, se pasó el jabón por todo el cuerpo y sin darse cuenta tenía a Claudia al lado duchándose también, Marcia sintió morir de la vergüenza, tapándose con los brazos sus partes íntimas superiores para que no las mirase, fijó la mirada en el frente de la loseta y se enjuagó rápidamente para salir de allí tapada, no tuvo remedio a escabullirse en los baños personales para terminar de ducharse y vestirse. Fue cuando vio que no tenía la maleta de ropa consigo. Pensó por un momento que al salir la vería allí, totalmente desnuda, como si su cuerpo hermoso y moreno pidiese a gritos una ayuda para jabonarla o lo que es mejor, hacerla suya en mitad de las regaderas comunes. Su imaginación volaba, daba pie a todo lo que se había imaginado el día anterior con ella hasta llegar a la masturbación. Fue cuando cerró los ojos y se colocó debajo del grifo, bajo esa agua fría para que le quitase tales semejanzas de lujuria y no se pusiera más cachonda de lo que estaba. Lo innegable se ponía en frente de sus ojos. Le gustaba o al menos no le era indiferente. Sin hacer ruido apago la ducha, se cubrió con el pedazo de toalla que traía y se marchó para los vestidores a cambiarse pronto sin que le diera el alcance (Claudia) y se marchara del coliseo como si no hubiera visto nada.


Claudia se reía disimuladamente debajo de las regaderas, terminaba por enjuagarse, colocarse la toalla y salir en sandalias. En los vestidores no había nadie, --de nuevo ella divisaba—pero un ruido se hizo presente a lo lejos. Claudia pregunto: ¿quién anda allí?, no le daban respuesta. Continuó vistiéndose, pero no sin antes embadurnarse el cuerpo de cremas nocturnas por todos lados, de arriba abajo; empezando por sobarse las manos, luego echar crema por las pantorrillas y subir a las piernas, dejándose ver por una disimulada abertura de la toalla, parte de su vagina, las manos llenas de crema se untaban una y otra vez. Se quitó la toalla para echar crema por su abdomen, brazos, nalgas y en todo lo que el sol no pudiera alcanzarla.


Marcia al percatarse de su llegada de las duchas, no pudo escapar de los vestidores, estaba en su última zapatilla que no le dio chance a irse. Se agachó y se escondió en una de las bancas de atrás de los casilleros que estaban a quince metros --por lo menos—pero tenía comprado el boleto en primera fila por todo lo que estaba viendo, no había mayor momento erótico que ver el cuerpo de una muchacha, guapa y atleta untándose crema de una forma sensual y provocadora como lo estaba haciendo Claudia.


Claudia sacaba de su maletín unas bragas negras, en forma de hilo y de encaje con una diminitud que dejaba mucho a la imaginación, se colocaba luego la pantaloneta y termina por colocarse una franela holgada que cubría sus pechos, una chaqueta encima y los tenis se los ataba, lista para marcharse de allí, quedaba sola –era lo que se creía—mientras que Marcia miraba cada movimiento de Claudia, por una rendija que la hacía transpirar. Necesitaba una nueva ducha. Claudia se percató de una aza de maletín a lo lejos, tirado en el suelo, se dirigió hacia donde él y lo cogió, pesaba mucho la maleta de Marcia. Ella se había fijado por el otro corredor como quien no quiere la cosa para que sea descubierta y regresara hacia su maletín, encontrándose con la mirada de Claudia quien tenía el asa del maletín en sus manos. Marcia se aproximó y le pidió que se lo diera porque era suyo. Secamente. Claudia atino a decirle:

- ¿Eras tú la que estaba rondando por aquí?, cuando sentí los ruidos y no contestaste?

- No sé de qué hablas. Estaba en la cancha a por mí reloj que me había olvidado –contesto Marcia--.

- No, solo me pareció…

- Descuida, buenas noches.


Marcia se despidió y se marchó seriamente.

Claudia por su parte terminó de guardar sus cosas en el maletín, apago las luces y salió, casi seguido de Marcia.


Marcia salía del coliseo para su casa. No sin antes revisar los mensajes de su móvil. Sin encontrar alguno se metió al bolsillo y lo guardó, caminó hasta la avenida principal para coger el tren, pero un silbido lento casi tenue se oía muy lejanamente, era Claudia que la había seguido varias cuadras hasta alcanzarla, casi agitada se aproximó mientras que Marcia incrédula volteó y se dio con presencia de ella. Sorprendida y con los ojos algo saltones le pregunto:

- ¿Que se te ofrece?

- Nada en particular, solo te alcanzaba para darte esto que se había caído en la banca dónde estabas agachada.


Marcia algo despistada y muy disimulada se paralizó pensando - en realidad se habría dado cuenta que la estaba espiando? - imposible. ¿Ella estaba de frente pero muy concentrada en lo que hacía o acaso lo estaría haciendo para provocarme? ¡Dios! No puede estar pasando esto.

- ¿Hola, Estás allí?

- Si, disculpa me distraje. ¿Qué me estabas diciendo?

- ¿Que si era tuyo esta cadena?

- No, es de una de las chicas seguramente. Mañana se la entregaremos si gustas. Me debo ir. Cuídate.

- ¿Espera te puedo llevar si deseas?

- No es para tanto voy a coger el tren como todas las veces.

- Pero no me cuesta nada, Marcia. Mi auto está disponible, vamos te llevo a casa o cerca, como tú gustes.


Marcia dubitativa se quedó muda sin decir nada para luego aceptar sin ánimos, pero sin llegar a ser grosera por su amabilidad.

Subió al auto, dejó el maletín en el maletero y se subió en la parte de adelante para irse.

- ¿Dónde vives?

- Yo, en la castellana, por el óvalo higuereta, surco. ¿Y tú?

- En Miraflores, pero estoy de paso luego me marcho por Benavides no hay problema.

- ¿Estás segura? Ósea, no quiero molestar, puedes dejarme en el óvalo y yo camino para casa.

- ¿No tienes auto o es temor a manejar en esta ciudad caótica?

- Ambas cosas. Mi padre tiene la camioneta, pero cuando tengo ánimos puedo cogerla, pero cuando está el día despejado para que nadie me pueda pasar por encima en la carretera. ---contesto Marcia ---.

- Está bien, se trata de comodidad y si estás cansada para que coger el auto. Nada mal para una chica atlética que sale de los entrenamientos y que puede caer rendida al volante, ¿no es así?

- Algo así. --asintió Marcia--.

Ambas estaban algo mudas después de un corto intercambio de palabras; se sentían algo intimidadas por decir cualquier pachotada, cada quien conservaba su posición en el auto. Hasta que:

- ¿De dónde vienes y porque ese club de vóley? --pregunto algo fastidiada Marcia—

- La verdad que no lo elegí. Me eligieron. Y ahora juego para tu club, siento un tono de molestia en tu pregunta Marcia.

- Te parece, solo era una pregunta.

Esta chica es algo misteriosa pero muy inteligente y sobre todo muy frontal al punto que se le denota su madurez y sus atrevimientos sin tener reparo de equivocarse; lo que la hace más interesante aún.

- ¿Puedo preguntarte algo? Si me lo permites claro Marcia.

- Si está bien, dime.

- Tienes algún temor de que esté en el club. ¿Cómo una especie de que te pueda robar tu lugar en el equipo?

- Para nada. --mierda, se lo imaginaba bastante bien, pensó en sus adentros --.

- Entonces por qué siento que te haces notar mucho en los entrenamientos como si quisieras darme un mensaje de líder o de señorita preferida por el técnico dirigente.

- Es lo que tú crees. Yo estoy segura de lo que tengo y he logrado no podría ponerme nerviosa por alguien de fuera que viene al equipo a querer entregar todo de sí. ¿Asumo que para eso te eligieron o no?

- Si claro, solo quería saberlo para no tener que ganarme enemigos sin habérmelo propuesto (risas).

- Todos somos muy unidos en el equipo y se bien que estarás en la lista de mañana para el partido del domingo.

- Al igual que tú Marcia no seas modesta.

- Seguramente cada quién en su posición --dispuso Marcia rectamente--.

- Ya llegamos, --se adelantó Marcia-- déjame en la esquina yo necesito ir a comprar algo antes de llegar a casa.

- Ok, pero no tengo problemas de llevarte hasta tu casa.

- No es necesario. Se quitó el cinturón y la vio fijamente como para no olvidarse de su rostro y se bajó del asiento de copiloto.

Claudia la vio cruzar el semáforo y se marchó para su casa por la avenida Benavides dirección a Miraflores.

Marcia caminaba lentamente hasta verla irse y caminar hacia su casa. Sentía algo de escozor y un poco de temor de su frontal personalidad especie de autoridad. Se colocó los auriculares y pulsó play para la primera pista que sonara. La cosa era que quería sacarse esa sensación de intimidación por parte de Claudia.

La llamada de Marlon se presentó cuando caminaba para su casa. En el otro lado del teléfono se decía:

- Hola amor, ¿cómo has estado?

- Bien Marlon, gracias por preguntar

- Es mi obligación y un gusto saber de ti preciosa, no agradezcas

- ¿Y cómo has estado tú?

- Yo bien, los estudios y el trabajo que me tienes obstinado por las cosas de la empresa no van tan bien como me dijeron, estamos en un proceso de purga de personal, pero no quiero aburrirte con esas cosas, más bien, ¿coméntame qué tal tu entrenamiento?

- Si bien, estamos en los clasificados para el domingo, ósea el profesor va a elegir quienes serán los titulares el día de mañana a hoy solo fueron duros entrenamientos.

- Oh preciosa debes estar cansada.

- Si un poco, estoy justo caminando a casa.

- ¿Caminando? ¿Por qué no me dijiste para ir por ti?

- Sabes que me gusta estar a mis aires, no dependo de nadie, tomo el servicio de transporte como todos y caminó como todos, no me fastidia, me gusta estar sola por un momento después de tanta reunión o imprevistos.

- Si está bien, solo quería hacérselo más fácil para mi chica.

- Qué tierno eres Marlon, pero baje antes del paradero para comprar un refresco que me tonifique.

- Así me gusta, que te cuides siempre y estés linda para mí.

- Se hace lo que se puede Marlon, --risas--.

- ¿Puedo verte dentro de un rato? --pregunto Marlon—

- Estoy cansada y solo quiero ducharme, cenar en irme a la cama. Si es que no te molesta.

- No, solo quería verte un minuto ya que ayer no nos despedimos bien y hoy casi no hemos hablado.

- Marlon ayer hicimos locuras y que mejor despedida es la de darte más que un beso. ¿Te parece poco?

- No, no quise decir eso, es solo que te extraño y quiero estar más unido a ti y volver a hacer locuras, muchas veces

- Lo de ayer fue un arrebato de mi misma, me subí en mis deseos y hormonas y pasó lo que pasó.

- ¿Acaso estás molesta por ello?

- No, no lo dije en ese sentido, solo que no soy esa porque soy más la que controla, no la que se impulsa para hacer arrebatos en la vida.

- Si está bien, pero de vez en cuando es bonito hacer locuras con su pareja hace que nutra una relación.

- Tienes razón Marlon, ya lo dejaremos para adelante ahora debo entrar a casa, estoy en la puerta y quiero comer algo.

- Está bien preciosa pero mañana no te me escapas, iré por ti al club. --amenazó Marlon—

- Está bien ya lo coordinamos mañana, descansa guapo.

- Y tú preciosa, hasta mañana.


Marcia entro a su casa saludó a todos los presentes y se metió a su cubil como si no quisiera compartir nada de su día con sus padres.

Dejó las cosas tiradas en la alfombra de su habitación y se cambió de ropa para irse a comer algo ligero e irse a la camita.


Encontrándose con su nana, lavando los trastes, ella sentía su mirada fija y retadora como si quisiese preguntar algo, pero no se atrevía, la miraba caminando de un lado para otro sin decirse palabra alguna, retiró un vaso de leche de la nevera y algo de pan integral para llevárselo a su cuarto dejándola con su inquisidora mirada.

Al no quedarse conforme de ello [la nana], la siguió a su cuarto encontrando la sentada con los auriculares puestos viendo un catálogo de ropa deportiva masculina, la increpó diciéndole:

- Mi niña, ¿me puede decir que significa esto? --le señalaba la jeringuilla con una liga—

- ¿De dónde sacaste eso?

- Eso quiero saber yo, que es lo que estás consumiendo, dime

- No es nada de lo que te imaginas nana, solo me sentí mal y me inyecté un relajante muscular.

- Muéstrame el recetario o la orden del médico

- Nana, tú siempre haces algo grande de lo pequeño, deja la paranoia no tiene importancia

- Si la tiene, se lo diré a tus padres

- No, no lo hagas. Te daré la receta y verás qué es un relajante muscular por una mala pisada que tuve en los entrenamientos.

Marcia sacó una receta de haces meses y se la mostró sin percatarse la nana de la fecha solo leyó el medicamento.

- Viste que no tiene importancia.

- Está bien Marcia, por esta vez lo dejaré, pero estaré muy atenta a ti.

- Pondré en orden mi cuarto y echaré a la basura todo mal entendido. Buenas noches que voy a dormir sino te importa nana.

- Está bien, me voy, pero estaré ojitos.

Se marchó lentamente como solía caminar la anciana nana.


Marcia comió rápidamente para poder inyectarse las hormonas que había empezado a consumir, echó todo en una bolsa luego de utilizarla y así nadie pueda descubrirla o se haga ideas de consumo de drogas, lo guardó todo en su maletín y se tiró a la cama con su música y sus pensamientos...



Era hora de levantarse, --así lo mandaba el despertador de la mesa de lado-- siendo las seis y cuarenta de la mañana. Se despertó de un porrazo, para no hacer de su sueño un letargo que duraría otros minutos hasta quedarse dormida y faltar a la escuela. Se duchó como de costumbre por las mañanas, cogió los harapos que tenía que ponerse y se marchó para la sala apresurada para tomar el desayuno e irse a clases.

Trató de ignorar a su nana mientras le tendía la mesa para que comiera tranquila pero no le dio pie a que dijera palabra alguna. La nana se quedó algo preocupada, por no decir muy alerta de lo que estaba empezando a sospechar, para sus malas intuiciones algo que la defraudaría a la larga. Marcia cerró la puerta con un miedo de que no se abriera, al cerrarla por fuera se reclinó en la misma como señal de alivio, pero de culpa; el defraudar a la persona que más la quería en esa casa o al menos que suplía la labor de una madre verdadera.


Cogió el auto que su padre no se había llevado, se montó en él y se dirigió derechito a su escuela, las cosas estaban muy desordenadas en su vida al parecer que no había traído la maleta de los libros sino del uniforme sucio del entrenamiento anterior. Lo que equivalía a que regresara a la casa y se espere a los ademanes de su nana nuevamente y no estaba dispuesta a mentirle una vez más en su cara, lo dejó pasar y se marchó a clases.


Marcia era de las chicas algo impulsivas; después de que le venía su arrepentimiento, pero pese a ser así, no dudaba ni un segundo el decir o vivir lo que sentía. Ahora no.


- ¿Hola chicas cómo están?

- Bien Marcia, hoy nos dirán las noticias de las notas y los exámenes como también quien va a estar en la selección de vóley para el juego del domingo. ¡Dios! Todo se junta y no he podido dormir.

- ¡Para!, para mujer, estas hecha una cabra loca. Tranquilízate que todo saldrá bien, hay que buscar a las demás y sentarnos juntas para recibir las noticias de los trabajos y notas finales de la clase. –respondía Marcia--.

- Está bien, pero pareciera que estás muy tranquila –asienta una de las chicas—

- No es eso, solo que estudié mucho, sino mis padres no me dejarán jugar en el club y con esa condición estoy en el vóley; de otra forma estaría más aburrida que de costumbre con mi vida.

Las chicas estaban nerviosas era un día decisivo para todas, las noticias buenas o malas las tendrían hoy, se calmaron un momento, pero luego los nervios y el pánico se apoderaba de ellas mientras se iban sentado en las carpetas con toda la mancha (cúmulo) al final de la fila, esperando que la profesora se apareciera. Mientras ellas conversaban

- Chicas, ¿saben si la chica nueva va a estar en el equipo este domingo? –preguntó Marcia-

- No lo sabemos, --dijeron en coro--. ¿Pero qué te preocupa que esté o no, si ella no es tu competencia?

- Nunca hay que subestimar a nadie estimada, siempre hay alguien que te hace colgar los chimpunes o te ridiculiza todo el trabajo que has venido haciendo en mucho tiempo. –contestó Marcia--

- Es verdad, siempre hay alguien que le quiere caer al entrenador y no la saque en toda la temporada y no nos conviene que se crea más que las demás.

- Exacto. –sentenció Marcia-.

- Chicas a tomar asiento que el recreo terminó, –dijo la maestra--.

Entró la maestra y todos se ordenaban con sus grupitos de colegas para soportar el desbalance que tendrán en unos minutos por las noticias de aprobó o desaprobación del curso.

- Sé que están preocupados por el tema de las notas finales, pero deben estudiar; he ayudado a muchos de los presentes sin que tenga que llegar a reprobarlos con una oportunidad, pero ustedes saben cuáles fueron las reglas de juego desde inicios del curso y se los detallo: examen final + examen parcial + trabajos monográficos + asistencia = total / las 4 notas y sale el promedio final de cada uno. Pues bien, ya están aquí y les pediría un favor, al final no se acerquen para pedir un por qué, sabiendo ustedes mismos lo que han presentado. Ahórrenme la molestia. He sido muy condescendiente pero ya no puedo ayudarlos de otra manera.

- Voy a llamar por apellidos y se acercan a recibir sus exámenes y trabajos y al final anunciaré sus apellidos con sus promedios finales.

- Pero profesora, ¿usted va a anunciar el promedio en delante de todos aquí?

- Sí, es para una transparencia con el salón y no por humillarlos.

- Está bien profesora. –cabizbajo se conformó con la respuesta--.

La maestra estaba más que preparada para ver algunos rostros de desolación y otros sorprendidos como aquellos relajados que no les interesa nada.

- Silencio que voy a comenzar a llamar en orden alfabético y se acercan por favor.

- Alvizuri, Arana, Beltrán, Cáceres….

Después de llamar a todos y entregarles sus notas de exámenes y trabajos, el salón era un silencio total, donde las pisadas eran más ruidosas que la propia voz de la maestra que repartía. Cuando llegaron al núcleo del asunto todos aguardaban silencio como si alguien hubiera fallecido y estarían entrando a ese silencio de educación y respeto del que en memoria fue, tal cual.

- Alvizuri, quince. Arana, doce. Beltrán, diez. Cáceres, ocho…


Cuando nombraron a Marcia y su cuarteto todas había pasado con bajas notas, pero al menos se habían ahorrado la charla con los padres; gritaron tan fuerte a esperar a la última del grupo para que pudiesen celebrar. La maestra las cayó tan rápido que se avergonzaron y tomaron asiento. Mientras que la maestra seguía repartiendo notas a por doquier cerraron ese capítulo y esperaron con ansias para ir a la mitad del patio y gritar como locas; ya solo faltaba una noticia y aunque no estuvieran las cuatro empedernidas amigas se iban a dar aliento para luchar por el partido.


Las horas transcurrían muy lentas y el agonizamiento se hacía interminable, esperar para ellas les suponía un letargo que no sabía si eran demasiado buenas para estar defendiendo la camiseta de sus amores.


Caminaron por una hora en el campus de la universidad y se marcharon luego a su otra clase que era solo para recibir notas, pero sabían bien que ese curso no le implicaba mucha demanda de tiempo y menos un esfuerzo del cual no pudieran darlo. Se relajaron y contentas recibieron sus notas. Se marcharon a almorzar y luego al club donde les aguardaba una selección.


Marcia por su parte se había desatendido por completo de su novio, al parecer no la tenía muy clara el asimilar que estaba con alguien o no quería sentirse prisionera de ello. Se daba sus espacios y sus momentos para todo lo que le importaba. Igual cogió el móvil y se leyó en su pantalla un mensaje de Marlon.

- Preciosa como estas? ¿Pasaste el curso que te tenía muy inquieta?

- Sí, estoy muy bien y contenta porque pasé el curso y las notas salieron como quería. Guapo.

- Esto último me lo dices como pensándola parece (risas), pero agradezco el cumplido.

- Que cosas dices Marlon, sabes bien que eres guapo, y cualquier mujer no se te resistiría

- Puede ser, pero la que me interesa es alguien que tengo al otro lado del teléfono, pero me presta muy poca atención, --no es reclamo—solo lo comentaba.

- Estoy con preocupaciones y hoy en la tarde está la decisión del entrenador, así que si salgo en el equipo prometo que te buscare para celebrar contigo.

- Está bien preciosa me dices en cuanto te den la sorpresa y así yo voy por ti y salimos a cenar y luego a…

- Luego a… depende si es que me motivo o me motivas; uno nunca sabe Marlon.

- Está muy pícara y eso me gusta, no te preocupes que te motivaré como se debe para pasar un bonito momento.

- Bueno si tú lo dices. Ahora te dejo porque tengo que ir con mis amigas a almorzar y luego al club. Besos.

- Besos princesa.


El enamoramiento de Marcia se inclinaba más para lo sexual que para lo sentimental, aun le pesaba mucho dar explicaciones de sus días a aquel chico que lo tenía como novio.


Las horas pasaron y el almuerzo se esfumó. Cogieron sus cosas y caminaron fuera del restaurante de la universidad, cogieron el auto de la que traía y se marcharon para el club.

Ya en el club, el entrenador se veía con una cara de pocos amigos, y los asistentes de la misma manera. Se metieron en el salón de estar del coliseo y ordenaron que todas entrasen sin quedarse en la puerta. Mientras que las demás iban llegando una a una la hora se colocaba en posición nefasta. Faltaban unos diez minutos para que la hora llegara (…)


El entrenador se paró de su asiento y tomo la batuta del pequeño estrado frente a la pizarra indicando en una cancha simulada a mano armada con un marcador señalizando los puntos a tratar. Las demás chicas iban mirando y otras murmurando sobre la marcación para este domingo. El entrenador se miraba la muñeca para ver la hora y conto mentalmente a los asistentes; faltaba una chica. Claudia. Marcia miró alrededor y era verdad no estaba en ninguna parte, simulando que les hacía caso a sus compañeras. El entrenador sentenció: no podemos esperarla más, voy a cerrar la puerta y ya se enteraría cuando llegase.

El asistente se encaminó a cerrar la puerta y colocando la punta de la zapatilla, Claudia impedía que la cerraran. Saludo a todos y se sentó.


- Buenas noches chicas, estimados presentes, es mi deber informarle que hemos llegado a un consenso después de analizar las posiciones débiles del equipo y las fuertes; me detengo para decirles que todas son muy buenas en lo que hacen, pero algunas sus rendimientos han bajado y otras han incrementado, felicito a estas últimas, pero tenemos que ser realistas y aunque el grupo está conformado por casi veinte jugadoras hemos tenido que escoger a las seis titulares y las cuatro suplentes, con esto no digo que las demás no puedan entrar a defender el equipo en mitad de tiempo o en el momento que se le requiera. Ojo. Todas son muy buenas, pero ahora las titulares son un poco más fuertes y debo iniciar el equipo con potencia ya que no podemos subestimar a ningún rival. No estamos para ser dadivosos. Ahora vuelvo a donde me quedé. Las posiciones de ataque y saque necesito que pongan y entreguen su alma en el juego, no regalemos con golpes leves al equipo contrario una defensa que puede ser mortal para nosotros su contrataque; sino al contrario, tenemos que pegarle a la pelota y en los saques ser mucho más potentes para debilitar la recepción de ellos (…)


- Por ahora no voy a nombrar a los seis que ya tenemos el equipo armado para no entristecernos o bajar nuestro rendimiento en el entrenamiento de hoy. Las quiero concentradas y muy metidas en el juego. Les daremos un espacio para que se cambien y bajen inmediatamente a la cancha calentemos y vamos a reforzar en el saque, ataque y recepción. Ok. Ahora vamos a alistarse.


Todas se levantaron de sus asientos y se fueron a cambiarse, como de costumbre Marcia no lo haría delante de ellas, se marcharía a un baño privado a colocarse su armadura de entrenamiento.


En los entrenamientos evitaba a toda costa el encuentro con Claudia, sentía que tenía que darle una explicación por haberla espiado el día anterior. La vergüenza de verla la hacía sentir culpable y no podía conducirse de esa manera, nunca fue así y menos practicar el voyerismo no le experimentaba de buen provecho, quería algo más que no sabía cómo considerarlo en sus pensamientos. Le veía las piernas de reojo mientras voleaba con alguna de sus compañeras, no la perdía de vista por el rabillo del ojo, Claudia no le correspondía, estaba muy concentrada en su entrenamiento, quería pertenecer a toda costa al mismo equipo que jugaría el día domingo en la posición que fuera --no le obsesionaba uno en específico—solo estar con Marcia y demostrarle que tenía el mismo nivel que ella y sin ser una usurpadora del puesto como supuestamente ella (Marcia) lo estaría pensando.


Dejaron los balones en el piso, y se pusieron en filas de dos para empezar a correr por todo el campo, unas veinte vueltas en diferentes movimientos: hombros, brazos, piernas y pantorrillas, como giros de torso mientras estaban en trote y demás. Pasaron así los minutos y el profesor tocó el silbato de parar, tomaron agua y empezaron con los balones al saque. Cada ocho personas estaban en los extremos sacando con todas sus fuerzas, con saltos, colocadas y potencia en el saque-mate. El profesor como los asistentes las veían para concordar con el consenso que habían tenido. Indicaban tales mejoramientos para las mismas hacerles caso y ajustar los quiebres.


Claudia en un momento cogió uno de los balones en el piso. Se alistó para sacar, sin dejar caer la pelota en una parte del cuerpo a nadie que esté en el otro extremo. Cuando llegó el turno, prácticamente casi todos se paralizaron para ver el refuerzo del equipo y no dejó nada entredicho con su acción. Al punto que aplaudieron por demostrar su potencia, el saque-mate fue muy maravilloso y en zona. De la misma forma Marcia para no quedarse con las ganas de demostrar sus habilidades cogió y voleó uno de los balones y fue al saque, el técnico dirigente prácticamente se lo ordenó seguido de Claudia. Marcia se concentró y sacó con salto para darle mayor efecto a su punto, logrando dejar perplejos a los presentes. Claudia por su parte fue la que alzó la palmada por encima de su cabeza, elogiándola por ser una buena deportista. Marcia se sonrojó y a la vez se emocionó que no le era indiferente. Ambas se tentaban cruzar conversación, pero una esperaba que, de pie a la iniciativa, no había cuando acabar esa sensación de amenaza sexual sin que se diesen cuenta las colegas de Marcia.


Los silbatos volvieron a sonar para demostrar sus mejorías en recepción y pegue desde zaguero y ataque (laterales). Se alinearon de tres para cada posición y cumplir con el objetivo de ese calentamiento. (…)

Claudia se acercaba un poco a ella. Le entregaba muchas veces la pelota en la mano, quería ser muy cordial y ganársela. Sin embargo, las intenciones solo Claudia la sabia. Marcia la recibía, pero no le sonreía ni ápice de sombra, demostrándole a sus colegas que ella era la única y la líder no estaba dispuesta a compartir dicho capricho con nadie y menos con una nueva.


Los entrenamientos cedieron, no hubo juego en cancha, muy cansadas estaban las chicas por el arduo golpe de potencia que había soltado esa noche, el técnico les ordenó descansar para los dos días estar más claras y bien satisfechas en el enfrentamiento.


Las sentó a todas en la mitad de la cancha mientras el repasaba las alineaciones y las decisiones; era momento consagrado para ello. Les anunciaba de la siguiente manera:

- Chicas, hemos entrenado como nunca y como nadie, las felicito pero las diez seleccionadas para este juego del domingo serán entre seis titulares y cuatro suplentes y las demás estarán apoyando y para cualquier necesidad en ese partido serán llamadas para entrar al campo, ¿estamos de acuerdo?

- Si, --respondieron las chicas--.

- Perfecto. Las seis titulares son: Gianella, Claudia, Marcia, patricia, Flavia, katiuska y Betsy. Y las cuatro suplentes estarán: Francesca, Luna, Rosa y Pamela.

- Espero ese día todas tengan el mismo o mayor ímpetu que han demostrado aquí y a ganar se ha dicho.

Gritaron de alegría las seleccionadas y las demás se mantuvieron en el piso sentadas. Con caritas algo tristes, pero sabían bien que las asumirían en algún momento dado.

- Vayan a ducharse, y a casa, no se desvelen y piensen mucho en todo lo que se les dijo, el domingo a las cuatro de la tarde en los vestidores por favor para ir al coliseo central y enfrentarnos.

- Si está bien profesor, --dijo alguna--.

Las chicas cogieron sus cosas, se quitaron las rodilleras y las que tenían su grupito se fueron jubilosas mientras que las demás se retiraban con caras largas y solas a su paso.


Marcia se dirigió poco después a las duchas, tratando de esperar a su técnico y recibir las ultimas sugerencias. Y ayudar con el recojo de los balones. El profesor le conversaba abrazándola para darle su seguridad y confianza para ese día. Empujándola a dar todo de sí misma y no dar cabida a nadie para que le arruinase el juego, era su noche y tenía que dar los mejores resultados. Una manera diplomática y muy motivadora presión. Marcia atentamente asentaba la cabeza sin decir palabra alguna. Algunas de las chicas pasaban por su lado despidiéndose para ir a casa con el maletín en el hombro lleno de ropa sucia. Poco a poco disminuía la gente en las duchas.


Había avanzado la noche, daban las ocho y pico, era lo que alcanzaba a ver en el reloj de un asistente. Cogió la sesta de balones y los colocó a un costado del camerino, se dirigió a su casillero y sacó sus cosas para ducharse, mirando de reojo a cuanta chica quedaba por allí en los pasillos. Había unas dos o tres sin contar a Claudia que no la alcanzaba a ver por ninguna parte.


Se despidió de algunas ultimas que se marchaban por la salida

de los camerinos anchos y espaciosos que marcaban en el medio y se fue a ducharse con sandalias, pero esta vez no quería que nadie se apareciese como una especie de fantasma inoportuno, se metió en una ducha personal, esas que hay para los asistentes y se refugió en ella sacándose toda la armadura masculina y quedándose en su verdadera piel que habitaba, de una chica muy femenina a simple vista con bellos senos y una figura envidiable –ni qué decir del abdomen--. Se quitó la liga del cabello y se meneó el cuello para meterse a la regadera. Empezó por lavarse los cabellos rubios y luego pasarse el acondicionador por todo el cuero cabelludo hasta terminar por enjabonarse y quitarse la suciedad de la piel más no del alma.


Terminó de ducharse se secó con la toalla, escuchaba a los lejos unas voces que permanecían en los pasillos, dos chicas murmurando y sonriéndose de alguna anécdota –seguramente--. Esperó por un momento para no escucharlas más y salir del cuarto de baño. Solo traía una toalla atada en todo el torso y otra en los cabellos para secárselos. Luego muy despacio abrió la puerta y salió en puntitas, sentía que había una persona detrás del muro que da hacia las duchas. De pronto, no había nadie, se fue caminando muy cómodamente hasta llegar a su casillero, lo abrió y escogió algunas cosas que había allí como unas bragas y un limpio y aromado sujetador. Al cerrar el casillero, se encontró con el rostro de Claudia. Se espantó por un momento y no tuvo más remedio que dirigirle la palabra:

- ¿Qué haces aquí?

- Estaba arreglando mis cosas, y te felicito por lo de esta tarde, diste lo mejor de ti y ahora eres la seleccionada.

- Si gracias, igual que tú. No hay nada nuevo. Se sabía que iba a ser así.

- ¿Tan segura estas? –pregunto Claudia—

- Si, se lo que hago y para quien juego. –respondió Marcia muy secamente--.

- Bueno, veo que no te caigo nada bien.

- No es eso, solo que no estoy interesada en tener nuevas amigas, ya tengo las mías y defiendo mi posición.

- De líder? Tranquila que no voy a quitar protagonismo. Ya te lo dije.

- Piensa lo que quieras, ahora si me permites me voy a cambiar

- Disculpa no era mi intención incomodarte con mis preguntas, solo felicitarte por lo buena jugadora que eres. Hasta el domingo.


Marcia cerraba su casillero lo más rápido que podía y metía todo en la maleta que estaba en el piso para llevárselo a la ducha privada y cambiarse tranquila dejándola sola a Claudia que traía apenas unas bragas color rosa debajo de un short muy diminuto del mismo color, pero medio transparente. Y un sujetador demasiado bonito de copa grande, lo que hacía que Marcia le acelerara el pulso e imaginar que era de pechos grandes.


Se golpeó la cabeza muy suavemente con la pared de la ducha pensando en quitarse esas imágenes eróticas que había tenido con ella días antes y masturbarse pensando en la chica. Marcia termino de colocarse el buzo y la chaqueta hasta arriba del cuello y se ató el cabello para taparse con la capucha y salir con el maletín en el hombro.


Claudia no terminaba de hacer sus cosas, se había quedado en el camerino mientras que Marcia se marchaba a su casa a paso lento, pensando dubitativamente por todo lo que le había dicho la chica que, sentía al menos que le atraía.


Marcia se fue a dar el encuentro con Marlon donde ya había telefoneado minutos después de salir del coliseo, era en un restaurant para cenar y compartir sus alegrías de ser nombrada como la capitana del equipo y seleccionada en él. Marlon sentía mucha nostalgia de ella y la necesitaba porque estaba más que enamorado, Marcia lo hallo sentado en una banquilla fuera de la tratoría, se le había antojado por esta noche todo lo que sea harinas y que mejor si es italiana. Se dieron un beso en su encuentro y se marcharon para dentro. No le quería soltar la mano, pero tuvo que hacerlo al jalarle la silla para que se sentara su bella novia. Conversaron después de pedir la cena. El camarero los dejó solos para que tuvieran intimidad y solo el rodeándola con sus brazos a media luna, le tocaba el rostro fino y labrado que poseía. Marlon le cogía el mentón para acercársele mirada con mirada le pudiera dar otro beso apasionado, pero Marcia ya se encontraban algo incómoda, esta vez le quito el rostro de la mano y se recostó en el espaldar de aquella silla, no podía disimular lo que estaba pasándole, Marlon pregunto:

- ¿Sucede algo preciosa?

- No, solo que estoy algo cansada, perdóname.

- ¿Quieres que nos marchemos?

- No, vamos a cenar, pero luego me llevas a casa por favor mañana tengo que despertar a terminar mis labores de casa y luego por la tarde tener el tiempo para vernos y el domingo ya sabes, el vóley.

- Si es verdad, pero siento que me estas escondiendo algo.

- Que cosas dices Marlon; solo que hoy tuve un día lleno de emociones y mucho sufrimiento en las notas de la facultad así que perdóname, prometo que mañana estaré de mejores ánimos para pasar una tarde linda y romántica contigo

- Así me gusta que hables y con esa seguridad, créeme que estoy dispuesto a esperar el día de mañana lo más pronto posible. Comamos.

- Esperamos al maître, comemos y luego ya sabes.

- ¿Vamos a tener sexo? –pregunto irónicamente Marlon--.

- (risas) no Marlon, estoy cansada.

- Si lo sé preciosa, solo estaba bromeando.

- Ahora si, viene la comida… coméntame, ¿qué tal tu día guapo?

- Bien, con cosas de la empresa que resolver, mi padre empecinado a muchas cosas que suceden con los socios y yo tratándole de dar forma a algunas estrategias de mejoría pero no me lo permiten, la gente es muy reticente para los cambios.

- Eso es normal, nadie es tan abierto a algún cambio en su vida. –comentó Marcia--

- Lo dices como si fuera algo personal. –dijo inquisitivo Marlon--.

- No, solo que todo el ser humano es así, algo muy cauto, precavido y más cuando se trata de un rostro nuevo como el tuyo en la empresa.

- Sí, es verdad. La mejoría tiene que darse para que mi padre pueda sacar adelante la empresa. Pero basta! hablemos de nosotros que es lo que más me interesa.

- ¿Qué quieres saber Marlon?

- Como te va con la chica nueva que me comentaste? ¿Tus amigas ya la pasan o les hacen la vida a cuadritos?

- Son muchas preguntas; pero nos importa poco lo que suceda con esa chica, solo nos gusta jugar y defender lo nuestro.

- Eso es bueno, pero siempre con educación y mucha inteligencia, aparte, ella sería un refuerzo para todas ustedes. No serian capaz de ponerse en complot para que se marche, ¿o sí?

- No, no actúo así, yo le demuestro a quien sea que mi trabajo vale mucho y lo hago jugando que es lo que más se hacer.

- Perfecto, tu inteligencia y habilidad son las dos destrezas que más me hicieron fijar en ti y por eso confío que toda ira bien en el partido del domingo.

- Si. Ahora comamos que debo llegar a casa y descansar.

Ambos se llevaron las cucharadas a la boca, terminando de cenar y se marcharon juntos abrazados en la camioneta para su casa…

***


Marcia se encontraba muy distraída pese a que había pasado una linda noche con el amor que ella había conseguido en su etapa de desconcierto, de averiguaciones y descubrimiento. La cena le había parecido de lo más normal, y el consumo de aquellos carbohidratos pensaba que la harían volver a sentirse normal después de tantos cuidados por el deporte, --una vez en mucho tiempo que los disfrutaba más que la propia alimentación de casa--. Se le deshizo el paladar al masticar los panes al ajo y la lasaña que se había pedido, mientras que su acompañante se había embutido un plato de canelones en salsa blanca. Un tremendo banquete después del vóley, nada mejor para recuperar las fuerzas necesarias; el llegar a casa la había dejado más que satisfecha en su pase por ese día, había sido emociones fuertes sumergidas en una sensación de represión del aliento, sin poder gritar todo lo que tenia encima consigo.


Ya en su cama tendida, higiénica oliendo solo a ella misma y a todo sus aromas convertidos en una pasarela de los diversos perfumes que tenia encima de su aparador, se sumergía en ese espacio atraído por la flojera y el cansancio que no hacía más que terminar por pensar y pensar con los brazos en la nuca, mirando al techo. Sus conocimientos se disiparon y su ignorancia también, para darle rienda suelta a un suspiro muy diferente al que estaba sintiendo por Marlon. Algo como si no quisiese sentir pero se redime en lo más profundo de su ser. Se arrodilla a la incitación que le provoca esa indiferencia que le hace mostrar a la rival de su deporte favorito pero en su interior le dicta que no es más que un gusto que esta empezando acarrearle con mucha fuerza. Eso como cuando alguien te gusta pero no le haces caso para que no siga caminando en una responsabilidad que no fue encomendada, algo como que llega sin tener culpa alguna de lo que no pidió sentir. Mas fácil que decir un nuevo amor irreconocible pero que te apresa en sus más ligeros interiores que llega a exterminar todo tu ser, tu carne, tu piel y tu alma.


Marcia veía venir que algo más podría suceder con el tiempo pero no se permitía llegar a ese punto porque le costaba de por si aceptar lo confundida que estaba con su biología como ahora tener que terminar por enrollarse un sentimiento que no tiene descripción consentida, pero si conceptual, --llamada: un amor homosexual--. No quiere empezar por cuestionarse una vez más esa opción sexual porque no lo ve de esa manera; le molesta tener que escuchar unas preguntas a otras personas sobre esa terminación: opción sexual, o aquella pregunta: cuál es tu opción sexual, o un asentimiento escuchado por una conversación extraña en sus alrededores como: …cada quien tiene su opción sexual y hay que respetarla. Como si fuera una verdad la opción, el tener que escoger que se quiere ser o sentir. Totalmente falso. Marcia no se atreve a tener esa frase, oración o explicación basada en un subtitulo llamada: opción sexual. Le enfada porque cree que esas personas que tiene maneras diferentes a lo convencional de enamorarse, de amar, de sentir, de ser, etc. Deberían sobre llamarlo una opción, no lo puede concebir.


Quiero ahondar un poco más del tema, ya que mi ser me permite a describir que esta es parte de ser Marcia, a pesar, de no saber quien soy o como me defino, pero si tengo el derecho por haber leído e instruido en ese tema que no es una opción el ser homosexual, de otra manera también sería una opción el ser heterosexual, pero claro, como eso es lo que manda las santas escrituras, la sociedad y la moral, pues debe concebirse como tal y no ser llamado una opción verdad? Pues no!. Me niego a utilizar esa frase o como se quiera llamar, porque no es una elección, muchas veces habemos personas en este mundo que somos diferentes pero no especiales o especiales pero no diferentes pero eso no se elige con ello se nace, y se acepta para tratar de vivir y plenamente. Me niego a creer que hasta ahora se pueda concebir tal malformación de ser diferente y no solo es en el tema sexual sino en muchos otros aspectos. Si yo pese a haber nacido con órganos estereotipados de una mujer que impuso el ser humano a ser identificado de tal manera, me cuesta a creer o comportarme con esos códigos de formación según tu genero, porque he de terminar pensando o sumándome a ser uno más de esta sociedad que no comparte no me ayuda a identificarme solo a encasillarme? ¿Por qué el control? ¿Por qué la idiosincrasia?, ¿Por qué la ignorancia? ¿Por qué y por qué? Son tantos interrogantes que lo más fácil es solo encasillar a un titulo alguna concepción para no tener que escarbar más de la cuenta y no confundirnos. Lo detesto.


Marcia se encuentra buscando respuesta en sus adentros pero no se ayuda a sí misma y con toda la razón del mundo, --justamente eso—el mundo siempre depara lo que hay que hacer o ser porque ya está estipulado en las reglas de la vida o en un mismo decálogo de desarrollo personal, organizacional, etc., creo que estoy aliterando tanto que no termino de aclararme solo de confundirme pero me gusta porque así, hace que pueda saber otros aspectos sobre la humanidad y no esta presta de atención.


Ella no deja de pensar en Marlon, en Claudia, en sus amigas, en el vóley del domingo, en sus notas y no tan sobresalientes que logró, y las limitaciones que sus padres le ofrecen, entre otras cosas más que pretende hacerlos ignorar antes de declamar su sentir–por el momento--.


Marcia se levantó de la cama para irse a sacar ropa ligera y estar cómoda en su habitación, haciendo lo que más le gusta, terminar de leer el libro de cabecera y escuchar un poco de música hasta quedarse dormida y abandonar ese profundo sueño de inconsciencia que no la hace sentir viva hasta el momento en que despierta.(…)


Una parada hace en su vehículo cuando ve en plena carretera caminando a paso lento y lejos a una chica esbelta de buen cuerpo, de espalda solo ve su cola de caballo con una chaqueta anti lluvias y una mochila a cuesta. Trata de bajar la velocidad y luego da una mirada lentamente entre la carretera y la chica que tiene la vista hacia la autopista, solitaria y a paso de letargo como si no quisiera llegar a donde tiene que ir. Ve que es una morena muy linda y le baja la luna para hablarle, le pregunta a donde se dirige y ella contesta que de frente, en dirección a la salida de la carretera cerca al grifo hacia una tienda para tomar algo y luego marcharse a la facultad. Marcia le ofrece un aventón pero ella se niega, Marcia insiste y la amenaza con seguirla a sus espaldas con tal que no le pase nada, pero la morena sigue caminando pero esta vez con una sonrisa disimulada a cuesta en el rostro. Marcia la descubre y también sonríe sin que ella la viese, empieza a colocarse detrás de la chica porque se avecina un automóvil en sentido contrario.


La muchacha casi abstraída, abandonada por sus mayores placeres, o recuerdos tal vez, quién sabe si son problemas, fue lo que imaginaba Marcia al verla algo decaída, sin dar mucho reflejo de su rostro y poco animo de conversar, cuando Marcia vuele a su lateral izquierdo de esta, le vuelve a preguntar si quiere que la lleve a algún lado, con el fin de no darle una tercera ayuda. Al no ser contestada, pone pie en el acelerador y trata de simular marcharse, y al tratar de arrancar a mas de 6 km por hora, la bella morena le dice suavemente, espera no te vayas, acompáñame a caminar, tú en el auto y yo a pie, no quiero despegar de donde estoy pisando y subir a tu auto me haría salir de esta meditación tan profunda que me envuelve para encontrar mi equilibrio. Si gustas claro.


Marcia se pone un poco desconfiada pero acepta la proposición pero luego le vuelve a decir que sería mejor llevarla en el auto y detenerse en una fuente de soda a tomar algo y conversar lo que guste compartir lo que está sintiendo. La chica morena le dice es mejor por un momento más andar por esta senda, que Dios nos dirija los conocimientos porque los pies ya saben dónde ir. Marcia la miro muy agnóstica pero muy admirada de su filosofía. Hacía que en un par de palabras la hiciera sentir que está en medio de una nave sin querer sentir el verdadero suelo. Se sintió casi culpable de andar en el auto pero sabía bien que casi nunca lo cogía de su casa, pero por ser fin de semana tenía el agrado de andar cómoda después de tanto caos de la ciudad y transitada vida llena de responsabilidades y compromisos. Permaneció por un momento más en el auto mientras que la otra caminaba, se saco la mochila de la espalda y la metió por la ventana en el auto de Marcia, se limpió los zapatos y le hizo detenerse para meterse en él y seguir rumbo a donde quisiera porque necesitaba hablar.


Se marcharon en la camioneta de su padre hacia el grifo más cercano y junto a él había una cafetería especie de market, compraron unos cafés y sanguches para pasar el momento y escucharla atentamente. Después de volver a la mesita que habían separado, con lo comprado, la bella morena la miro con unas ganas de querer desahogar todo, le producía una inmensa profundidad de confianza la mirada temple y tierna de Marcia. Empezó por presentarse y decirle que ella una chica del interior que había llegado a la ciudad para cumplir con su objetivo y salir adelante como se lo había propuesto sus padres, terminar la carrera y dedicarse a lo que más le gustase. Se vio sumergida por la presión que le habían impuesto y todo lo que había vivido en su camino, el mea culpa que estaba haciendo era para evaluar todo lo que había cumplido consigo misma, las reglas y metas que se había trazado y demás, Marcia la escucha muy pacientemente pero algo incrédula, no le hacía ninguna pregunta para no distraerla de su relato y menos se fuera por la tangente, la dejó abrirse y la morena lo hacía a su entalle.


La morena continuaba pero algo la perturbaba eso era más que evidente, temas personales que no podía llevar consigo tal vez, o problemas de existencialismo, quien sabe, un tema amoroso—aunque no tenía pinta de ser una sufrible por amor--. Se tiene pinta para ser una persona que sufre por amor? Era una premisa que recién se le había ocurrido a Marcia. En fin. Seguía escuchándola impaciente esta vez, como que quería llegar al meollo del asunto de su perturbación, pero esta no llegaba. Un cuento que no tenia fin o un fin que no tenía sentido seguramente. Muchos inciertos pero estaba entretenida.


Marcia continuaba escuchándola al punto de querer abrazarla, de redimirse entre sus palabras de aliento por la vida y de su melancolía transportada en sentimiento, por el cual la contagiaba a detenerse por lo que estaba viviendo, si sería una señal del destino haberla puesto en su camino hasta que la bella morena la freno de golpe con: te has puesto a pensar si tuviéramos todo lo que querríamos y no sabríamos que hacer con ello? A lo que Marcia se quedo muda y perpleja, justo cuando quería entrar en su mundo y ser parte de ella, de esa persona que extrañaba tener y compartir cosas sin que nadie se las dijese o la cuestionase como si tuviera un virus contraído sin explicación alguna.


- Que puedo decirte, solo sé que las cosas están porque suelen estar allí, solo que no le hacemos caso o no lo deseamos tomar por el hecho que tenemos miedo que hacer con ellas y no nos responsabilizamos, solo dejamos que logre su efecto benigno o maligno pero la cosa que cause efecto.

- Si, está bien, pero lo que me dices son cosas genéricas, mi pregunta iba directo para ti, mas personal, para querer saber de tus pensamientos y tu opinión con respecto a lo que quieres y lo que harías con todo eso que anhelas. Pero si no deseas pensar un momento en ti lo entiendo.

- No es eso, solo que me tomaste desprevenida. Sabes, son muchas cosas las que quiero y anhelo, pero sobre todo, estar bien en mi interior, mi espíritu, mi razón de ser y ser comprendida como trato de comprender a todos, pero claro una persona clonada no existe.

- Que quieres o que anhelarías ahora mismo y que harías con ello?

- Anhelo estar estable y no hacerme muchas preguntas, encontrar respuesta a todas mis interrogantes y me sea más fácil sobrellevar a esta vida que me tiene presa de todo mi ser.

- Pues si la respuesta que buscas esta en ti misma y no en los demás que te las diga?

- Eso lo sé bien, mi terapeuta me dice una y otra vez, pero no logro descubrir esa respuesta en mi misma.

- Trabaja en ello, lo lograras, créeme.

- Quien eres? –preguntó efusivamente Marcia—

- Solo sé quién soy y donde voy, y te estoy contagiando para lo que hagas tu de la misma manera, no me conoces y tal vez sea algo figurativo o un holograma pero tiene una voz que te dice que vayas mas allá de lo que ves simplemente. No busques muchas preguntas siempre o no las hagas, date respuesta y recibe lo que te llega sin más. Tan simple como eso.

- Lo tendré en cuenta, buen samaritano. –sarcásticamente la silenció y se paró del asiento—

- Ya te vas? –preguntó la morena—

- Si, es tarde y debo ir a hacer mis cosas. Si no te molesta te puedo llevar a donde quieras ya que voy directo la carretera.

- No es necesario, me quedare un rato mas aquí y luego me marcho a clases, cuídate y concéntrate en ti, veras que todo irá mejor.

- Gracias, adiós.


Marcia cogió su chaqueta se la colocó y se fue hacia su auto sin quitarle la mirada de encima, era como una luz al final del túnel. Como si su ángel le hubiera comunicado muchas cosas sin que ella las esperara. Arrancó y se esfumo del lugar dejándola sola sentada con una soda encima.


Marcia volvió a pensar en todo lo que había escuchado de esa bella morena, que le retumbaba en el oído hasta el cerebro, pensaba en todos en ese momento: su madre, su padre, Marlon, Claudia, hasta patricio. En todo lo que había cometido con su cuerpo y hasta en el punto más alto de la ignorancia de querer taparse todo lo que le había dado la naturaleza. Su cabeza estaba vuelta un ocho, manejo rápidamente hasta la librería consentida que tenia, quería buscar un poco de filantropía, de espiritualidad o fundamentalismo, no quería leer Osho, pero tampoco dejar de informarse sobre las fuerzas del mas allá que emanaban una energía en ciertas personas y contagiaban al resto para transportarse en lo que realmente quieren hacer. Buscaba un texto en todos los estantes, para encontrar algo con lo que se había topado hacia unos minutos, una filántropa de la vida que hacía que todas las fichas del puzle entraran en sus ubicaciones.


Encontró a muchos pero no se decidía, pidió ayuda a la asistente de aquella librería pero no lograba darle unas definiciones exactas para lo que deseaba hallar en aquellos anaqueles, se paseó por mucho tiempo viendo uno a uno la sección de espirituales, autoayuda o meditación, desistió de tal manera que se marchó para terminar por llegar a su cuarto y encerrarse en sus pensamientos y lo que le había dicho aquella muchacha en la carretera…


Marlon la estaba llamando al móvil, pero ella no quiso contestarle, no estaba para ser complacida por sus cariños o afectos en estos momentos, estaba en eso que quería descubrir, quería dar con algo que no sabía explicar cuál era pero estaba a punto de averiguarlo; repasó mucho tiempo sus páginas, sus libros anticuados y sus notas como su propio diario, eso que ella había escrito muchas veces y no recordaba pero la tenía en la punta de la lengua. Su palabra o sus oraciones clichés que le retumbaba su propia terapeuta. La respuesta está en ti.


Puso música a fuerte volumen para que no la distrajesen y no preguntaran que estaba haciendo, de pronto miró el maletín donde tenía una libreta cerca de su neceser que escribía uno que otro garabato, lo abrió y hallo ello. “La razón de ser de tu ser es que seas lo que tú quieras ser y hacer y no lo que te digan que hacer sobre tu ser”. Lo había copiado de una de sus películas cursis que solía ver cuando estaba melancólica. Ahora entendía muy bien lo que estaba pasando por esos momentos, sentía un alivio y le agradecía enormemente al ángel que bajó del cielo y la puso en aquella carretera para que le hiciera ver que lo que ella desistía pisar y no se bajase de sus nubes. No hay razón alguna sobre cómo actuar ni como ser solo se debe ser para llegar a hacer muchas cosas y si nos equivocamos es parte de este juego en la vida. Aquel papel que fue entregado para que vivieras a plenitud sin buscar muchas respuestas. Ahora quería entenderlo todo.


Marcia apago un momento la música y busco su disco que la motivaba a flotar, pensar y sin más vacilaciones encontró a su mejor amigo en aquel disco “O”, de Damien Rice. Puso play y se echo andar, refundiéndose a encontrarse a sí misma.


Soy Marcia y debo ser honesta conmigo misma, me gustan las personas y aunque no sepa cuales quien o cual rol sexual, los deseo a todos con todo mi ser y no voy a reprimirme en ningún momento por temor a ser lo que quiero ser, sin dejar de hacer lo que más me fascina. Amar.

--Olav Al. --

コメント


© 2018 por Olav Alcántara. Creado coh Wix.com

bottom of page